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Embajadores de AL en la OEA rechazaron invasión EEUU a RD

Embajadores de AL en la OEA rechazaron invasión EEUU a RD

El Departamento de Estado estadounidense no informó a los países latinoamericanos que  sus tropas iban a desembarcar en la isla caribeñ

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El Consejo de la Organización de Estados Americano (OEA) no fue informado del desembarco de Estados Unidos en República Dominicana, y la protesta de embajadores de varios países no se hizo esperar.

El representante de Washington les dijo a los embajadores latinoamericanos que los marines habían desembarcado para proteger la vida de los residentes extranjeros y que el Departamento de Estado no había tenido tiempo de consultar de antemano a los otros gobiernos del continente.

Varios diplomáticos dijeron que la acción de los Estados Unidos violaba la carta de la OEA, que prohíbe la intervención unilateral. Pero, nuevamente, se les aseguró que Estados Unidos sólo deseaba el cese de fuego.

Pero, en Santo Domingo los acontecimientos se sucedían sobre una base algo diferente. Los periodistas internacionales, muchos de ellos estadounidenses, que estaban en el portaaviones Boxer y que se preparaban a desembarcar detrás de la infantería de marina, al sintonizar sus receptores de radio a transistores captaron, enteramente por accidente, intercambios radiales entre el embajador norteamericano acreditado en el país, William T. Bennett, y el coronel Pedro BartoloméBenoit, jefe de la Junta recientemente integrada.

Un mensaje, pasado a las 9.25 de la mañana del jueves decía: “Este es el Arbol de sombra uno (la llamada radial de la Embajada). El embajador al coronel Benoit: ¿Necesita usted más?: Tenga la seguridad de que con determinación sus planes vencerán.”

Otro mensaje procedente de Bennett: “¿Podría abrir usted Punta Caucedo (el aeropuerto internacional) al tráfico aéreo para hacer entrar víveres y medicinas? Pueden operar allí infantes de marina uniformados si no hay civiles.”

Otro intercambio entre la Embajada y una voz norteamericana que provenía de la base aérea de San Isidro, hablaba de la necesidad de baterías, equipo de comunicaciones y raciones para las tropas de Wessin.

Un mensaje irradiado de San Isidro informaba que “un significativo levantamiento de la moral es evidente aquí desde el arribo de las raciones”. Luego, San Isidro informó al ‘Árbol de sombra uno’ que “he recibido un mensaje de que se está iniciando el ataque de supresión en el local 0845”. Un mensaje procedente de la Embajada preguntaba al coronel Benoit si contaba con bastantes pertrechos contra “las fuerzas de Castro que lo enfrentan”. Luego el mensaje fue modificado, diciendo “fuerzas rebeldes” en vez de “fuerzas de Castro”.

A bordo del Boxer, el comandante de las fuerzas, capitán James A. Dare, intentaba con los periodistas despejar cualquier duda acerca del motivo por el cual habían desembarcado los marines.

Dijo que las fuerzas norteamericanas permanecerían allí el tiempo suficiente “para asegurar que se estableciera un gobierno no comunista”. Pero la historia oficial en la Embajada de Santo Domingo y en Washington continuaba siendo que las tropas habían descendido a la costa para proveer seguridad durante la evacuación.

Ese jueves por la tarde Bennett dijo en la sede de la embajada norteamericana al grupo de periodistas que había desembarco del Boxer, que había evidencias de dominación comunista en el movimiento rebelde.

Luego distribuyó copias dactilografiadas de una lista de 54 comunistas o simpatizantes que, según lo manifestado por Bennett, tenían activa participación en el liderazgo rebelde.

Simultáneamente la Embajada telegrafió a Washington el texto de un volante rebelde que llamaba a una lucha “a muerte” contra las fuerzas de Wessin. Estaba firmado por ocho líderes rebeldes, comenzando por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.

El mensaje de la Embajada, firmado por Bennett, decía que dos de los firmantes podrían tener conexiones comunistas pero que se carecía de información respecto de los demás.

En Washington, los funcionarios del Departamento de Estado comenzaron a insinuar a los periodistas, sobre la base del telegrama de Bennett, que siete u ocho de los líderes rebeldes máximos podrían tener orientación comunista.

Bennett asimismo informó a los periodistas, ese jueves por la noche, sobre supuestas atrocidades cometidas por los rebeldes, de varias cabezas que se habían hecho desfilar clavadas en picos, de ejecuciones en masa y de cómo el coronel Caamaño en persona había ametrallado al coronel Julio Armando Calderón Fernández, del cuerpo de seguridad del presidente Donald Reid Cabral. Los periodistas no tenían razones para dudar de los relatos de Bennett, que también se cablegrafiaron a Washington.

Pero, posteriormente se supo que ninguno de estos informes era exacto. No se encontró a nadie en la zona rebelde -adonde fueron los periodistas, pero no los funcionarios de la Embajada que confirmara los relatos de ejecuciones o de cabezas clavadas en picos. El coronel Calderón apareció, pocos días después, en un hospital con una leve herida de bala en el cuello, recibida en el Palacio durante el primer día de la revolución. Uno de los periodistas bebió con él una cerveza más tarde.

UN APUNTE

Informes falsos

Con el transcurso de los días se hizo evidente que, de modo deliberado o por información errónea, la Embajada estaba pasando informes inexactos. Una tarde un portavoz oficial del Departamento de Estado anunció que la Embajada había recibido el dato de que el coronel Caamaño se había reunido con cinco líderes comunistas la noche antes y les había prometido cargos en el gabinete si la revolución resultaba fructuosa.

El Nacional

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