Reportajes

En el corazón de “Los Doce Años”: abanico alucinante

En el corazón de “Los Doce Años”: abanico alucinante

Les hablaré de un extraño abanico de hechos borrascosos en el mundo cultural que involucraron a varios símbolos nacionales, durante los tristemente célebres “Doce Años de Balaguer”.
Recuerdo que cuando lo nombraron como director de Bellas Artes, Peter Morales Troncoso sorprendió a todos al decir: “Yo no sé nada de cultura. Lo mío son las vacas y los puercos”, pidiendo que le ayudaran en su tarea.

El Movimiento Cultural Universitario (MCU) lo vio como un chiste y proclamó que su gestión sería un fiasco. Pero él replicó invitándonos a discutir el tema. Y le dijimos:
–Usted nunca apoyará ninguna manifestación cultural.
Y nos sorprendió al responder:

–Ayúdenme. Yo haré lo que me pidan.

Y, en efecto, hizo todo lo que le pedimos, incluido el Festival de Coros y la presentación del Concierto No. 1, de Tchaikovsky, con la participación del Ejército, que hizo sonar, en vivo, los disparos de los cañones.
Así, fue él el único funcionario al que el MCU entregó un reconocimiento durante los brutales Doce Años.

Y cuando coordinó la parte de la filmación de “El padrino II”, que se hizo en el país, Peter invitó al Comité Pro Instituto Nacional de Estudios Cinematográficos (Cinec) a participar en la película. Nuestra amistad se mantuvo, aún a pesar de que le jugamos una mala pasada, cuando nos invitó a que llevásemos a los clubes culturales para que participaran en las comparsas del carnaval.

Para entonces, Cinec había formado el Comité Pro Adecentamiento de los Medios de Comunicación Masiva (Camecom), que lanzó una vasta campaña contra la radio y la televisión basura, disparando nuestras armas más pesadas contra la tendencia perversa de algunos medios a satisfacer las pasiones más bajas de las multitudes. El caso más memorable fue el que nos enfrentó a varios publicistas que habían ridiculizado a Caonabo en un anuncio de TV donde, encadenado, lo ponían a salir corriendo detrás de un autobús, luego del grito: ¡Mira cómo viene esa guagua!

Afortunadamente, Freddy Reyes, el presidente de la Asociación Nacional de Ahorros y Préstamos, que nunca estuvo de acuerdo con ese spot, nos llamó a su despacho y, de la manera más consecuente, accedió a retirar el comercial.

Pero, cuando Peter Morales quiso poner a los clubes al servicio del balaguerato, decidimos hacerle una travesura.

Puse a varios compañeros del MPD a formar, a vapor, clubes fantasmas. Nos pagarían por cada organización participante. Los clubes pasaron varios días “ensayando” con Fradique Lizardo y, cuando nos dieron los “chelitos”, fuimos a El Nacional y denunciamos que “mientras los clubes ensayaban en Villa Consuelo fueron asaltados por la Policía, resultando varios apresados”. Con esa excusa (y esos chelitos) pudimos intensificar la lucha contra los tragicómicos Doce Años. Aunque, en el fondo, eso no me hizo sentir bien, pues había defraudado al amigo Peter.

Ese no fue el caso de cuando Ángel Miolón invitó al MCU y a los clubes culturales a la Dirección de Turismo para hacernos una propuesta indecente.

Con el lugar completamente lleno, Miolán, antes de pasar a otro salón, nos presentó a los dos anfitriones del día: Johnny Ventura y un personaje de la TV, cuyo nombre no quiero recordar. A ambos los idolatrábamos.

A Johnny lo recordamos, sobre todo, porque encabezó una de las jornadas más hermosas en las luchas de los Doce Años: la ocupación de las iglesias durante la huelga por la libertad de los presos políticos. También, porque las frases de varios de sus merengues fueron estandartes para enfrentar la represión: “¡Ahí vienen los indios!”, “El tabaco es fuerte”…

El personaje de TV tenía también sus méritos.

De modo que, al comenzar, aprobamos el llamado fraterno que hizo Johnny para que respaldáramos el evento de Turismo.

Pero, a seguidas, el de la TV se levantó de su asiento para dejar que de sus labios escaparan estas palabras: “Dejémonos de vaina, coño, lo que queremos es que ustedes guíen a los turistas hacia la tierra prometida: que los lleven adonde Herminia, Cambumbo, María Caché y otros lugares de interés turístico. Ustedes saben que ellos no vienen aquí a ver las bellezas naturales ni los lugares históricos. Ellos vienen a gozar de lo lindo…”.

Cuando él terminó, pedí la palabra para recordarle a ese personaje que los que estábamos allí éramos la alegoría de la juventud de la época y que pedirnos que nos convirtiéramos en alcahuetes de turistas era algo más que un descaro. Una blasfemia. Una profanación. Y dije mucho más.
Cuando terminé de hablar hubo un aplauso estruendoso, de pie.

Ahí regresó precipitadamente Ángel Miolán, que habría sido reclamado urgentemente para salvar a un barco que se hundía, torpedeado mortalmente por “un comunista, ateo y disociador”.
Y, señalándome, dijo:

–Mire joven, usted no sabe nada de esto. Ahora Cuba se está abriendo al turismo. En la URSS por igual. Los países de todo el mundo entienden… (bla, bla, bla). Y, finalmente, al concluir me dio una mirada fulminante, diciendo:

–Ahora, esto es para los que quieran cooperar. El que no esté de acuerdo puede salir ahora mismo.
Entonces, me levanté para responderle:
–Yo saldré, señor Miolán, pero conmigo saldrá toda la dignidad que hay en este recinto.
Y acto seguido, detrás de mí, salieron todas las organizaciones presentes.

Mientras salíamos comenzó a llover y, bajo el agua, frente al edificio donde nos quisieron conducir a la vergüenza, les pedí a todos que levantaran la mano, jurando celebrar el I Festival de la Cultura Popular, como respuesta a la desfachatez.

Y recorrimos los principales pueblos del país, apoyándonos en los clubes, las asociaciones de estudiantes universitarios, sindicatos y otros organismos de masas, para presentar durante una semana teatro, veladas de poesía coreada, bailes folclóricos, exposiciones de pintura y más.

Aquí, en la capital, la actividad principal fue la “Exposición de pintura en plena calle”, con la participación de la inmensa mayoría de los pintores y escultores del país.

Días antes, el I Festival de la Cultura Popular hizo temblar la tierra en el Palacio. El doctor Rafael Kasse Acta, rector de la UASD, me dijo: “Tengan cuidado: el jefe de las Fuerzas Armadas me llamó alarmado.

Él teme que el movimiento que ustedes están desarrollando forme parte de un plan para tumbar al Gobierno”.
Eran días de nobleza. Días de decoro. Días de integridad.

Y en muchos lugares se escuchaba la canción que pueden oír pinchando este enlace:
https://www.youtube.com /watch?v=caHVQ7-Zth8

Puede ser que haya alguien que quisiera desmentirme. Pero le tengo una mala noticia:
¡Yo estaba allí.

El Nacional

La Voz de Todos