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En Mirador del Sur

En Mirador del Sur

El  Mirador del Sur es un espacio libre, pero tan libre  que la delincuencia y el vandalismo  encuentran poco –o quizá ninguno-  impedimento para desarrollarse. Es por eso que los archivos de los medios de comunicación guardan un alto cúmulo de datos sobre la ocurrencia de actos delincuenciales ocurridos en ese parque y otro tanto  de información  con  anuncios de autoridades prometiendo mayores controles  en el lugar para la protección ciudadana.

Así, entre hechos virtuales (promesas de soluciones) y ocurrencias reales (pillaje, vandalismo…) han transcurrido las casi cuatro décadas del parque Mirador Sur, de siete  kilómetros,  que fuera concebido, además de pulmón de la ciudad, como el más importante espacio de recreación familiar sana y segura.

Ha sido definido “oasis de la Capital”, y hasta cierto punto funciona  como tal, pero paralelamente ha fungido como cueva de ladrones y refugio de retrasados mentales. Pero siempre  queda una esperanza, y mientras usuarios del parque se quejan de los azotes de la delincuencia, las autoridades ofrecen palabras de aliento: “ADN anuncia limpieza y seguridad en Mirador Sur”.

El 2 de noviembre de 2005 el síndico, Roberto Salcedo, anunció la conversión del Mirador  en una “gran muestra de arte”.  Mencionó larga lista de artistas plásticos, artesanos ayudantes y críticos de arte para llevar a cabo el   plan de decorar los  bornes que marcan los números de las escaleras por las que se asciende al parque desde la avenida Cayetano Germosén. Así se hizo, y vio el síndico que era bueno.

En lo que fue la plaza central del parque, un pequeño edificio para administración, el descuido sirve de abono a prácticas vandálicas de gente  escasa  de entendimiento sobre el valor de los bienes  espirituales. Fuentes y  lagos artificiales, una vez esplendorosos, son ahora depósitos de aguas sucias.

Sobre  las paredes exteriores de ese local fueron instaladas, a todo lo largo, obras pictóricas de dos grandes artistas dominicanos: Ramírez Conde y Amable Sterling, las cuales no obstante a haberse protegido con paneles superpuestos, han sufrido destrozos considerables, pero al parecer nadie se percata de la destrucción paulatina de este tesoro nacional.

En ese   espacio se aloja del Centro de Estudios Ambientales de la ciudad, instituido con fondos donados por Japón, pero ahí no parece que funcione nada y el recinto sólo refleja la vida que le dan quienes  se ejercitan en el parque  y unas  palomas que lucen amilanadas,  que exhiben costumbres tan extrañas como  bañarse  en un depósito de lodo.

En el interior del parque Mirador Sur funciona un destacamento de la Policía, que se mueve en carros, yipetas, motores, a  pie y alguna vez en bicicleta. La Politur ronda en briosos caballos, mientras la Policía Municipal  se aposta  próximo a la avenida Italia para cuidar del parque, pero en ocasiones se ha denunciado  un promedio de cuatro asaltos  por día.

Vecinos del parque se  han quejado del bullicio y del consumo de bebidas alcohólicas, pero las autoridades municipales están tan convencidas de la limpieza, seguridad e iluminación de la importante área verde, que  Salcedo informó alguna vez que: “Por primera vez el parque Mirador del Sur podrá ser visitado por las familias capitalinas en horas de la noche, en base a un proyecto  de recreación que organiza el Ayuntamiento denominado Mirador de Noche”.

Cuando formuló este maravilloso anuncio, el síndico capitaleño agregó que contaba con el apoyo de la Secretaría de las Fuerzas Armadas para la aplicación del proyecto, que todavía  la gente espera, mientras durante las noches el lugar  se cubre de tinieblas y a veces de miedo.

Pero el ADN no ha estado solo en su empeño  de mantener en condiciones adecuadas estos 1,973, 600 metros cuadrados de área verde, pues tantas instituciones han querido colaborar con su hermoseamiento, limpieza y seguridad, que se incluyen organismos tan disímiles como Quisqueya Verde, Aduanas, Dirección de Parques, Secretaría de Obras Públicas y hasta la Dirección Nacional de Investigaciones, sin olvidar empresas privadas de distintas áreas.

 Pero eso sí, tenemos promesa de que  el Mirador Sur será el  lugar más seguro y divertido de Santo Domingo, y sobre todo un espacio libre, muy libre… donde todo es posible.

El Nacional

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