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Enfermedad renal crónica se ensaña con campesinos centroamericanos

Enfermedad renal crónica se ensaña con campesinos centroamericanos

Por Oscar BATRES

SAN LUIS TALPA, El Salvador, 15 Oct 2013 (AFP) – Tomasa Lovo, una campesina salvadoreña cuya piel curtió el sol en los cultivos de maíz y algodón, llora impotente: ella y sus cinco hijos luchan contra una enfermedad renal crónica, que en Centroamérica ha dejado al menos 15.000 muertos en la última década.
La mujer, de 66 años, acude una vez por semana a una clínica en el municipio de San Luis Talpa, 39 km al sur de San Salvador, para tratarse la enfermedad, que está en fase inicial.
“Lloro cada vez que veo que mis hijos y yo estamos enfermos”, dice Lovo a la AFP, mientras espera turno para una evaluación médica en la clínica habilitada por el alcalde Salvador Meléndez ante la gran cantidad de enfermos renales.
Allí se atiende gratuitamente un promedio de 10 enfermos en fase inicial. Los que requieren tratamientos más complejos, como diálisis o hemodiálisis, son llevados a hospitales públicos en San Salvador.
Pero no es un mal exclusivo de este país. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hay 3.100 personas en tratamiento en El Salvador, más de 3.000 en Guatemala, 1.800 en Panamá y unas 1.000 en Nicaragua. De Honduras y Costa Rica el organismo no precisa cifras, aunque también están afectados.
Autoridades de Salud de Centroamérica han advertido que la enfermedad es un “serio problema” de salud pública, y llamaron a investigar para combatirla.
La enfermedad parece estar asociada con “contaminantes ambientales y riesgos laborales”, como consecuencia de las pobres condiciones de trabajo e insuficiente hidratación de los campesinos expuestos a elevadas temperaturas, alertó la OPS la semana pasada.

Agroquímicos ¿los culpables?

Bajo el sol calcinante en medio de un maizal, Adolfo Chicas, de 63 años, comenta a la AFP que la energía que tuvo desde niño para las labores del campo, hoy le faltan a causa de la insuficiencia renal que padece hace cinco años.
“Por gracia de Dios sigo vivo. Ya me cuesta trabajar, con esta enfermedad se escapan las fuerzas y poco a poco siente uno que la vida se hace más corta. ¡Es jodido! (complicado)”, dice con voz débil.
La enfermedad se asoma en su rostro pálido de mejillas hundidas y su cuerpo delgado de caminar lento. Chicas, se somete a diálisis dos veces por semana en un hospital público de San Salvador.
San Luis Talpa, con 21.675 habitantes, está cerca de la costa y es una de las zonas agrícolas de El Salvador más afectadas por el mal: el alcalde asegura que suman 62 muertes este año.
La ministra de Salud, Isabel Rodríguez, afirmó que “muy probablemente” el uso de agroquímicos sería una causa de la enfermedad en ese lugar.
De 2002 a 2012 murieron 6.079 salvadoreños por insuficiencia renal, una de las principales causas de muerte hospitalaria. El año pasado se contaron 783 fallecidos.
La situación es igualmente grave en Nicaragua, donde la mayoría de enfermos renales son o fueron trabajadores de la industria azucarera en los departamentos de Chinandega, León y Managua.
Entre 2000 y 2013, unos 15.000 trabajadores de la caña fueron diagnosticados con insuficiencia renal en Nicaragua, de los cuales unos 8.000 ya murieron, según el gremio.
“La enfermedad fue provocada por la contaminación del agua a consecuencia de tanta cantidad de pesticidas”, aseguró a la AFP Carmen Ríos, líder de los extrabajadores de la caña afectados por el padecimiento y quien ha llorado las muertes, por esa causa, de su padre, su esposo y un hermano.
En Guatemala, entre 2004 y 2010, se registraron unos 800 fallecidos, 250 de ellos solo en 2010, según cifras oficiales.
Costa Rica tampoco escapa al problema. El aumento de casos llevó a la oposición a pedir al gobierno declarar emergencia sanitaria en la provincia de Guanacaste, fronteriza con Nicaragua, donde según la diputada Yolanda Acuña los obreros de caña de azúcar son incluso despedidos por estar enfermos.
Registros de la Caja Costarricense de Seguro Social revelan que, mientras el promedio nacional de enfermos renales es de 5 por cada 10.000 habitantes, en esa región asciende a 45 por cada 10.000, en tanto la mortalidad (masculina) es cinco veces mayor al resto del país.
No obstante, no está claro aún el porqué la enfermedad aparece con más prevalencia en zonas agrícolas. Los pocos estudios no son concluyentes, explicó a la AFP la nefróloga Carolina Cruz, del estatal hospital Rosales, el más importante de El Salvador.
“No podemos afirmar que la insuficiencia renal es causada directamente por los agroquímicos, estarían relacionados; pero hay otras variables como la diabetes o la hipertensión arterial que se deben considerar”, concluyó Cruz.
Lovo y Chicas no tienen dudas. “Esos químicos nos han acabado la vida”, dice la campesina, mientras aprieta sus manos -ásperas de tanto trabajar la tierra-, al referirse también a sus hijos Miguel, María, Manuel, Juan Antonio y Amadeo, con edades entre los 32 y 50 años.
El mal avanza y los afectados reclaman acciones urgentes. En las afueras de San Luis Talpa hay una fábrica de agroquímicos cerrada desde 1994. Aún hoy una pestilencia emana de una veintena de barriles abandonados en el lugar.

Ana Florenzán

Periodista de El Nacional