Opinión

Engaños, estafas y más…

Engaños, estafas y más…

Victor Lustig fue un personaje muy particular ya que, merecidamente, pasó a la historia como el mayor embaucador de todos los tiempos. Dotado de un carisma embriagante y con una sonrisa compradora, Victor, quedaría inmortalizado como “El hombre que vendió la Torre Eiffel”.

En nuestro país nos encontramos por doquier con un Lustig
El engaño es la acción y efecto de engañar, es inducir a alguien a tener por cierto aquello que no lo es, dar a la mentira apariencia de verdad, producir ilusión.

Cuando un engaño tiene como fin obtener un rédito económico, se convierte en estafa. Es un delito contra el patrimonio o la propiedad: el estafador engaña a la víctima y le hace entrega a un bien patrimonial haciéndole creer la existencia de algo inexistente.

Basta con llegar a cualquier lugar para sentir la presencia de timadores, desde el joven que te quiere cobrar por estacionarte en la calle, hasta el vendedor que insiste al ofertarte algo con características que realmente no tiene.

Los usuarios de servicios

y compradores estafados tienen pocas opciones para canalizar sus reclamos
Y ni modo si lo que procura es un servicio, pues generalmente paga un precio por una calidad que no tiene. Distribuidores de las grandes marcas de vehículos tienen un máster en este tipo de estafa.

Conozco experiencias de usuarios que han cotizado servicios ante una empresa representante de varias marcas de vehículos y cuando los van a retirar ocurre que el trabajo no fue hecho como se contrató o el precio se elevó de manera asombrosa.
Ante los reclamos de los clientes, los supervisores justifican la acción y apuestan al cansancio, pero al final sigue siendo el mismo timo.

Otro aspecto muy importante de la cultura del engaño ha sido el comercio y esto se ha magnificado con la publicidad, en la que frecuentemente se ofrecen verdades a medias. Si no somos el país del engaño, nos acercamos a una nominación.

El Nacional

La Voz de Todos