¿Qué Pasa?

Entre el cielo y tierra

Entre el cielo y tierra

Mary Leisy Hernandez

 

Río desde arriba

 

Río de Janeiro, Brasil.- El último día del recién pasado año, subimos a lo más alto de Río a pie. Mientras todos o casi todos llegaban al emblemático Cristo de Corcovado en tren o en bus, nosotros subimos y bajamos caminando para disfrutar mejor de la naturaleza, hacer senderisno y jugar con los monitos.

Maravillosa experiencia para terminar un buen año. Disfrutamos el placer de ir subiendo y ver el cristo desde diferentes ángulos mientras las gotas gordas bajaban por diferentes partes del cuerpo. Nuestra caminata comenzó desde el área de boleterías desde donde nos cruzaban los buses llenos de gente que en 7 minutos llegaban al morro de 713 metros de altura. Nosotros deteniendonos, contemplando el paisaje nos tomamos casi una hora de subida y cerca de dos horas de bajada. Muchas veces el mayor placer no está en llegar. Ya lo dijo Alberto Cortez.

En la cima las emblemáticas fotos con el enorme y famoso Cristo no podían faltar, tampoco la contemplación a tan hermoso paisaje con los colores de Río: el azul de su amplísimo mar, el verdor de su exhuberante naturaleza llena de morros y el colorido de sus calles llenas de ambiente y agradable gente. Con razón algunos dicen que Río es la ciudad más hermosa creada por Dios.

Al bajar lo hicimos por un sendero en el que los graciosos monos nos hicieron detener más de una vez. Medio nos perdimos, nos encontramos con otros aventureros y al final llegamos cansados, hambrientos y felices por haber disfrutado de una manera distinta del más emblematico símbolo de Río y de todo Brasil.

Pero no solo al Cristo subimos, Río de Janeiro está llena de miradores, de morros y muchos otros espacios donde se puede subir a contemplar el paisaje. El día que llegamos subimos a Pao de Azucar, montaña de Extraña forma con 396 metros de altura desde donde se ve una perspectiva distinta a la del morro del Cristo, pero igual maravillosa. Para subir hicimos una larga fila para tomar un teleférico hasta el morro de Uca y luego otra fila para un segundo teleférico hacia Pao de Azucar. Allí también nos hubiese gustado aventurarnos a hacer una locura a pie, pero no siempre puede uno salirse con las suyas.

El Nacional

La Voz de Todos