Opinión

Epítetos denigrantes

Epítetos denigrantes

En el tramo final de la campaña de la segunda vuelta electoral de 1996 el doctor Leonel Fernández llamó “sujeto” al doctor Peña Gómez, calificativo que hirió la sensibilidad del extinto líder del PRD.

Aunque gramaticalmente hablando el sujeto se refiere a la persona, animal u objeto, en la forma en que se expresa puede tener una connotación peyorativa. Y en efecto así fue.

En el debate político o de cualquier otra índole hay que evitar los adjetivos y calificativos que tengan el propósito de dañar la reputación o buen nombre de la persona, pues terminan revirtiéndose en contra del usuario del lenguaje inapropiado. Y el afectado con un vocablo o frase injuriosa no olvida y en ocasiones tampoco perdona.

Se perdonan las diferencias políticas -muy normales en climas de libertades y pluralidad ideológica-, pero difícilmente las expresiones despectivas y afrentosas (plasmadas en la aún vigente Ley 6132 y condenadas por el Código Penal), las cuales se recuerdan durante largo tiempo. Muchas veces los vocablos injuriosos resultan más dolorosos que aquellos que encierran la imputación de hechos precisos o difamatorios.

Pese a que los medios de comunicación social tienden a eliminar las palabras insultantes, siempre se cuelan algunas. Y muchos de mis artículos, escritos en la década de los 90, no me motivan a leerlos. Y no por las ideas, que son las mismas que sostengo hoy y posiblemente sostendré siempre, sino por el uso de adjetivos dirigidos a personas con las cuales me gané (sin pretenderlo) una segura e innecesaria enemistad.

Las ideas, respecto a los diversos temas de la agenda nacional, hay que expresarlas con firmeza, porque constituyen un ejercicio y hasta un aporte a la democracia dominicana, pero hay que desaprobar todas aquellas expresiones que ataquen el honor y la consideración de la persona.

Muchas veces tenemos razón al enfocar una problemática determinada, pero por los métodos usados, sobre todo en el uso del lenguaje, perdemos el debate. Y ni decir de aquellos que cobarde e irresponsablemente se esconden en seudónimos para externar sus opiniones, pretendiendo ganar causas con vocablos cloacales, respondiendo a personas que constituyen fuentes noticiosas o a los que firman artículos en las páginas editoriales. ¡Qué tantos epítetos denigrantes! ¡Textos basura!

El Nacional

La Voz de Todos