Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

 Fábulas, sueños, ilusiones celestiales y muchas frustraciones, aunque más que estas últimas, se elevan exponencialmente unas terribles y dolorosas interrogantes. Quizás esta sea la razón por la cual muchas personas no están aptas para leer ciertas “escrituras”, porque la interpretación que hacen de las mismas, son más perjudiciales que beneficiosas. Vale decir,  que “no hay seres superiores ni inferiores, pero, si hay por montones de enfermos con complejos de inferioridad, que se creen superiores”.

 Fuimos formados dentro de una creencia religiosa en donde, supuestamente, éramos hijos de Dios, hijos del verdadero rey de todos y del universo entero y, por tanto, al ser hijos de un rey, nosotros, simplemente, somos príncipes. Quizás con el tiempo, este mismo concepto comenzó a entrar en contradicción con lo que la vida nos presentaba y más en esta época del boom de la “palabra”, donde vividores interpretan a su manera la misma y tienen la desfachatez de arrogarse el privilegio de hablar en cada lugar y momento, con “el Señor”.

 Por eso tenemos que cuestionarnos y decir, qué diablos hicimos para no gozar de ese privilegio, si lo único que hemos hecho es utilizar la inteligencia que el mismo nos dio, para precisamente ser dignos hijos suyos, con capacidad de pensar y tratar de hacer la vida más llevadera en este supuesto paraíso terrenal. Solo cuestionamos, si todos somos iguales a los ojos “del Señor”, porque tenemos que recurrir a otros para hablar con nuestro “Padre”.

 A esto nos han conducido los propiciadores de uno de los mejores negocios de la época, la interpretación de “la palabra”, la cual hacen a su imagen y conveniencia, como aquella donde, supuestamente, lo que existe es un “señor” de fuego, de muerte, que acabará con todo, y no un Dios amoroso que cuida de sus hijos y les indica siempre el camino de la paz y la armonía, como le mejor forma de vida.

 Esto no viene de ahora. Tanto es así, que aun en aquellas épocas donde pocos sabían escribir, en un momento dado de la historia, aparecen narraciones escritas que fueron captadas de creencias individuales y de rumores que corrían de boca en boca al través del tiempo –y ya sabemos cómo se distorsionan los hechos según cada quien va dando la interpretación de los mismos-, donde supuestamente “el Señor” dice: (sic) “No piensen que he venido a traer paz, sino espada. Pues he venido a enfrentar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra la suegra. Cada cual vera a sus familiares volverse enemigos”. Entonces, más claro no puede ser, según este escrito, “el señor” es un señor de guerra y odio. No de amor. Nos preguntamos… ¿puede una mente débil interpretar esto correctamente?

 Y, para martillar aún más, sobre lo que se ha considerado como la base angular de las relaciones humanas, esto es, la familia, en la siguiente expresión se tira por el suelo la misma, cuando debiera ser lo primero y fundamental porque si nosotros no nos queremos a nosotros mismos, quién diablos se va a preocupar por querernos, si no quiero y amo a mi familia por encima de todo lo demás, a quién diablos vamos a querer.

 Dirán que estamos equivocados, que nos tocó el diablo y mil cosas más. Así puede ser, pero nos quedamos con nuestras creencias, porque, qué se puede esperar si, según los “iluminados”, los “elegidos” han escrito y así consta (sic): “El que ama a su padre o su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí”. Entonces, en qué creemos, olvidamos aquello de “honrarás tu padre y tu madre…”. ¡No j….!

 Todo es cuento de caminos, fábulas escritas y narradas para imberbes e infelices de cuerpo, alma, espíritu y mente con la finalidad de mantenernos prisioneros de profecías creadas por embaucadores, desde que el mundo es mundo, pero, “no les tengan miedo. Nada hay oculto que no llegue a ser descubierto, ni nada secreto que no llegue a saberse”. ¡Sí, señor!

Ttwiter:@rafaelpiloto01

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