Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Sin formación familiar no hay esperanza de cambio

Porque… “A nadie se le puede obligar a lo imposible”

  Vanidad de vanidades todo lo externo al interior de uno mismo. Quizás por eso cada quien vive su infierno interior junto a sus demonios,  y más aquellos que tienen la certeza de ser incapaz, ridículos y padecer dificultades de relación social, vamos a decir, que no pueden abandonar el comportamiento de “tigueraje” en el cual siempre han vivido.

  Ese malestar interior, en ocasiones, brota como el magma, quemando y arrasando con todo tipo de sentimiento a su alrededor, surgiendo de igual manera, o quizás con más furor, ese odio hacía la sociedad,  a la cual culpa de su desgracia primaria, impregnando  su alrededor con ese acíbar amargo como la hiel, dejando un ambiente de desolación, amarguras y resquemores, sin aparente sentido u origen.

  Aunque sin hurgar mucho, lo primero que encontramos es la débil o inexistente formación familiar en el hogar, en estos personajes, falla o pena,  ésta que han arrastrado desde su infeliz niñez y que los ha conducido por el camino del bandidaje y el tigueraje, que quizás, si hubiesen tenido ese instrumento fundamental para forjar a los individuos como seres útiles para la sociedad, hoy quizás, sólo quizás, no sufriesen la anemia moral que los acompaña en la vida.

  Pero, qué se puede esperar que salga de esos hogares donde confunden la pobreza con la falta de principios morales, donde los dones principales del padre sean el juego y la bebida, mientras la madre, con una docena de hijos, normalmente todos de padres diferentes, los manda a “tirarse” a las calles en la llamada “búsqueda por la vida”. Piense usted, ¿qué se puede esperar de una criatura formada en ese ambiente?.

  Y no hay esperanza de reconversión, como dice Sabina “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. El único camino que han conocido carece, y el cual transitan, es ese, el que carece de moral y por eso buscan afanosamente apandillarse con el resto del tigueraje especializado en todo lo malo que puede haber en esta vida, todo con la finalidad de escalar puestos dentro de la sociedad que le adversa por su comportamiento, principalmente por medio de las pocas profesiones que le ofrecen esa posibilidad “la política reina”.

  Y, como no soy sándalo para perfumar el hacha que me hiere, ni soy como “el tonto, que ni perdona ni olvida”, y muchos menos ingenuo “que perdona y olvida”, prefiero mil veces decir y hacer como expresó John F. Kennedy “Perdona a tus enemigos pero, nunca olvides sus nombres”.

  Por eso, a veces,  quisiera referirlos a Parménides, cuando expuso su doctrina que “sólo hay dos caminos; la vía de la verdad y la vía de la opinión”, donde solo el primero es transitable, mientras el segundo es objeto de continuas contradicciones y apariencia de conocimientos”.

  Pero que va. Son personajes celebérrimos, que además de ser fantasiosos, perversos que se dejan llevar por su imaginación maquiavélica, tenemos que decir como el hombre que clama “la vuelta a Capotillo”: “Ah, esos encantadores de viejos truquitos de transportar el odio y la envidia por encargo, para no hacer ni dejar hacer”. Sin formación hogareña no hay familia, sino hay familia no hay patria no hay nación. Ni más ni menos. ¡Si señor!

Si dices: Yo soy así; no voy (o no me interesa) cambiar, te equivocas: siempre podrás mejorar. Si te decides, será para bien de todos, siendo tu el primero en beneficiarse”

A. Thomen

El Nacional

La Voz de Todos