¿Qué Pasa?

“Estoy contigo por lástima, ya no me gustas”

“Estoy contigo por lástima, ya no me  gustas”

Hay un maltrato silente, en el que muchas veces no median las palabras, pero sí las miradas despectivas, las actitudes, la indiferencia, elementos que destruyen poco a poco la dignidad de la mujer que los recibe.

Milvia, por ejemplo, cuenta una de esas experiencias, cuando su matrimonio iba en “picada”, su esposo pasaba más tiempo en la calle que en su casa y ella y sus dos hijos, dejaron de ser su prioridad.

Confiesa que meses antes, para su esposo ella era la mejor cocinera, su familia y amigos iban con frecuencia a la casa a comer sus exquisitos platos, pero de repente él, cuando llegaba tarde, tiraba en el zafacón la cena, dejándolo sin tapa, para que ella lo viera en las mañanas. Si comían juntos siempre estaba pasado de sal y lo decía con una sonrisa de lado en tono de burla. Su marido solía además cuestionar la manera en que ella atendía a sus hijos.

Era –dice- como si sabiendo las cosas en las que ella se afanaba por hacer bien- las hubiera tomado para convencerla de lo contrario y darle allí mismo donde más le dolía. Fue tan así que, cuando se separaron, Milvia quedó tan denigrada que se sentía segura de ser una mala madre, y no dudaba ser la peor de las cocineras.

El maltrato físico o psicológico de la persona que amas te convence de que como mujer eres lo peor, de que no vales nada y de que estás muy por debajo de las demás mujeres que te rodean.

“Estoy contigopor lástima”

Leydi Reyes duró 10 años casada, con un matrimonio entre altas y bajas, en el que, como todos, al principio era normal.

Tiempo después su ex marido ejercía sobre ella violencia emocional, manifestándole a cada momento que ella no valía la pena y no era suficiente para él.

“El era muy mujeriego, yo acababa de salir de riesgo y me sentía super mal, me decía que estaba conmigo por lástima, porque yo no le gustaba y esas cosas hacen que uno se vuelva más pendejo”, confesó Leydi.

Luego de su licencia post parto, cuando entró a trabajar nuevamente, notó que al igual que antes algunos hombres la miraban y encontraban atractiva, lo que hizo que comenzara a darse valor y entender que su pareja solo quería dañarla con sus insultos.

“Un día él estaba jugando en el villar y mientras ganaba me decía que yo le daba buena suerte, luego cuando perdió comenzó a atacarme con insultos delante de todos, porque decía que era yo quien le daba mala suerte. Eso me convenció de que tenía que dejarlo y me fui a vivir donde mi mamá”, cuenta.

Arrepentido, el esposo de Leydi la visitaba en la casa de su madre, pero un día que no la encontró allí la buscó y agredió físicamente hasta afectarle la columna, de la que actualmente sufre.

Pero, tiempo después, su esposo le pidió perdón de nuevo, y ella nuevamente accedió y se mudó con él, para dejarlo después de manera definitiva, cuando confirmó que seguía igual de mujeriego.

“Mami, vámonos lejos”

Jessenia Encarnación confiesa que cuando su marido la maltrataba físicamente, por su mente solo se repetían, como un eco, las palabras de su hija de 5 años cuando presenciaba el hecho y le decía nerviosa: “mami vámonos lejos”.

“Me sentía deprimida y solo tenía deseos de buscar una nueva vida”, cuenta Jessenia, al mismo tiempo que baja la cabeza y se repite: “no era justo que me maltratara sin necesidad”.

El problema con su pareja es que tomaba mucho. Ella a veces se iba de la casa para evitar problemas, pero los pleitos eran frecuentes con insultos y palabras feas que la denigraban, delante de su hija, además de agresiones físicas.

Luego él volvía arrepentido y ella lo perdonaba, porque luego de llorar, desesperarse y hacer de todo, pensaba que en realidad no sabía que hacer: meterlo preso o alejarse.

Hoy la joven Jessenia está nuevamente con su marido y a la pregunta de por qué regresó con él después de tantos maltratos, responde que “es que con él todo es más fácil y la niña es muy apegada a su papá”.

El Nacional

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