Por la forma de hacer política como se lleva a la práctica en nuestro medio, el fenómeno de la corrupción está presente en la generalidad de las operaciones que se hacen desde las instituciones que componen el Estado dominicano. Resulta casi imposible para un partido del sistema mantener complacida su militancia si no es mediante la repartición de los dineros del erario.
Los disgustos que ocurren en los partidos de clientes, tienen su punto de partida en la imposibilidad de satisfacer las ambiciones de todos los miembros y militantes, o no poder ubicarlos en los cargos a los cuales aspiran llegar, no para cumplir con una función, sino para hacer un fuerte patrimonio económico con los dineros que tengan la posibilidad de sustraer.
Robarse los recursos del Estado, en la concepción de las cúpulas de los partidos del sistema, es algo normal porque se acepta en su ideología, como un pago, una retribución por la labor que hizo o hace el politiquero llamado servidor público.
Lo que pinta el mundo político dominicano hoy, partiendo de como desarrollan sus actividades los principales cuadros que accionan desde la dirección central de los partidos tradicionales, es que para el pueblo, las masas populares obtener conquistas reales, se tienen que liberar del dominio político de las cúpulas dirigenciales.
En nuestro país. los que son los más no han sido más que figuras decorativas porque las decisiones fundamentales se toman y quedan en manos de una minoría dirigencial en su gran mayoría corrupta.
El clientelismo político se ha desarrollado tanto en nuestro país que hombres y mujeres que en un pasado reciente mantuvieron una posición honesta, se han convertido en personas sin dignidad, por haber decidido cambiar de comportamiento, de actitud ante la vida.
La desesperación, mala consejera, impulsa a muchos dominicanos y dominicanas a cambiar de conducta , y es la razón por la cual algunos politiqueros, a quienes ayer la corrupción les repugnaba, ahora la han abrazado con calor hasta llegar hacerla norma de su vida delincuencial y política.
El dinero, como es mercancía apreciada en el sistema bajo el cual vivimos, pone ligeros a muchos que decían estar hechos de un material que resistía todas las tentaciones. Para el corrupto no es difícil ser un político anodino, superficial y fácil de manejar como hombre o mujer del sistema.