Un ejemplo de dominicano
La reciente desaparición del doctor Mariano Lebrón Saviñón conmovió a los más diversos sectores de la vida dominicana porque además de médico, fue un poeta insigne que dejó una riquísima obra que deberá servir como guía a las futuras generaciones.
El doctor Lebrón Saviñón falleció el 18 del mes de octubre, a los 92 años, después de participar activamente en las más diversas actividades de la vida nacional, especialmente en varias ramas de la medicina y en el mundo intelectual, en el cual llegó a ganar el Premio Nacional de Literatura y a ser presidente de la Academia Dominicana de la Lengua. Se hizo médico en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y fundó la universidad privada Pedro Henríquez Ureña, mientras que como literato se destacó con Los triálogos, compartiendo honores con Alberto Baeza Flores y Domingo Moreno Jimenes. Su obra poética fue premiada con el Canoabo de Oro y México reconoció su talento e inspiración otorgándole el Premio Vasconcelos, con lo que sus esfuerzos sobrehumanos de combinar sus destrezas en el quirófano y en las aulas con su lado intelectual tuvieron los espaldarazos que lo ayudaron a seguir realizando sus tareas hasta prácticamente sus últimos momentos de vida. Mariano Lebrón Saviñón , premio Nacional de Literatura. En mi libro “Vida y obra de don Mariano Lebrón Saviñón”, publicado en el año 2003, definí sus muchas características como prosista, poeta, enciclopedista y académico infatigable e incorruptible, con lo que prácticamente todo el mundo estuvo de acuerdo conmigo. En el pórtico de esa misma obra, Cándido Gerón recordó que su obra máxima en cinco tomos, “Historia de la cultura dominicana”, “constituye, sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos culturales de mayor resonancia en la literatura dominicana. En ellos, sitúa al lector en la dimensión de saberes continuos y únicos”.
En otro pasaje de mi obra, lo destaqué como “poeta, ensayista, médico, docente, divulgador cultural e intelectual, que asienta su gran sabiduría sobre los sólidos pilares de una vastísima cultura, acopiada con paciencia, pero sin pausa, en la investigación científica y documental sistemática y rigurosa”.
Pero el Dr. Lebrón Saviñón no fue una persona improvisada que un buen día decidió convertirse en una de las figuras más trascendentales de la vida nacional, ya que las raíces de su metódica labor de investigación arrancan desde sus años escolares, cuando a los 13 años escribió sus primeros versos.
