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GÉNERO NOVELÍSTICO

GÉNERO NOVELÍSTICO

Escalera para Electra y la novela experimental dominicana

De todos los géneros literarios dominicanos, la novela es quizás el que ha tenido menos suerte. Menos alcance internacional, a diferencia de la poesía que a partir del siglo XX dio muestra de una temprana vanguardia.

Desde el Vedrinismo capitaneado por Otilio Vigil Díaz, el Postumismo de Domingo Moreno Jimenes, los independientes del 40, que contó con poetas de largo aliento como Manuel del Cabral, hasta nuestro gran movimiento literario por excelencia: La poesía Sorprendida, cuyo lema “Poesía con el hombre universal” le dio a la literatura dominicana ribetes internacionales y demostraron que la poesía de entonces no tenía nada que envidiarle a la mejor poesía del continente.

Respecto de la novela que es el caso que nos ocupa, críticos y teóricos han tratado de buscar las causas por las cuales la novela dominicana no se ha insertado en el boom de las grandes producciones latinoamericanas. Algunos han señalado causas geográficas, como el de la insularidad, otros hablan de la falta de una adecuada política cultural y editorial.

El doctor Bruno Rosario Candelier señala que en nuestra historia literaria la novela tuvo una aparición tardía.

Parece que la novela no ha sido capaz de producir fisuras y crear una escritura disidente cuyo discurso sea docto de múltiples versiones, sobre lo real pasado y lo real contemporáneo, el cual ponga en escena un debate de lecturas y sentidos sobre lo que es la cultura dominicana. Esto significa que el novelista dominicano no ha asumido la ficción literaria en el sano intento de reordenar y provocar una verdadera reversión de los relatos canónicos del pasado histórico dominicano como lo hizo el peruano Mario Vargas Llosa con La Fiesta del Chivo.

De acuerdo con la evolución novelística dominicana y la tendencia al experimentalismo en la narrativa de largo aliento, aparecen Marcio Veloz Maggiolo y Aída Cartagena Portalatín como verdaderos consagrados en ese sentido.
El primero con “Los ángeles de hueso” en la que hace un deslinde de las más novedosas técnicas narrativas nunca antes empleadas en República Dominicana. Inaugurando desde luego un nuevo estilo, que sepultó para siempre aquella vieja versión del tiempo lineal en la novela y con ella inauguró en el tema de la ciudad, situando al hombre y a los problemas sociales dominicanos en una modernísima vertiente de la literatura caribeña.

En esta novela el autor desborda los linderos de los espacios citadinos y aborda desde luego, el problema social y político, pero desde el ámbito psicológico o sea poniendo en crisis la propia existencia del hombre.

El otro gran aporte a la novela dominicana en el plano experimental lo constituye sin duda “Escalera para electra” de Aída Cartagena Portalatín. En lo formal la autora trae al país el legado de las escuelas lingüísticas de Europa entre los años 30 y 60, pero con el conocimiento que ella tenía sobre el teatro y la cultura griega, sobre todo las obras de Sófocles, Euripides y Esquilo.

Esto se manifiesta en la forma de estructurar la novela, que a su vez constituye una propuesta contextual sin precedentes, ya que fluyen en un mismo hilo conductor los recursos líricos intercalados con recursos narrativos, propuestas formales y estructurales de piezas dramáticas.

En ese sentido se puede afirmar que Aída renueva el arte de la novela en República Dominicana.
Simbolicamente la escalera de Aída, descifra peldaño a peldaño los aspectos más

relevantes de la cultura griega. Gracias a una superposición del tiempo y mudas espaciales la trama de la novela se ve como algo objetiva, porque nos permite una aproximación mucho más cercana y una inserción en lo que era la noción de la realidad como frecuencia temática.

En vez del tiempo histórico, estático, hay un tiempo que se proyecta hacia el presente, por eso la escalera está tendida a los pies de Swain y Electra. Precisamente, tratar de recuperar la noción de tiempo y espacio en la novela es a su vez recuperar la Electra Griega, que es la matriz de la cultura de Occidente.

En este caso, el tiempo es un plano superpuesto entre Moca y Grecia. Es por eso que esta novela constituye una propuesta interesante vista desde todos los planos posibles. No en vano Swain es un personaje de la novela en busca del tiempo perdido de Marcel Proust.

Se interpreta que la autora está sugiriendo el rescate del tiempo que es lo mismo que volver a los orígenes. Volver a la cultura griega como madre de la cultura Occidental.
Hay que precisar la importancia del vínculo histórico del mito de la Electra griega y su relación con el feminismo que enarboló la autora. En la obra de Sófocles Electra es un símbolo de la condición libérrima de la mujer y sus derechos naturales, como expresión de amor y como expresión de libertad.

Es así como en el discurrir novelesco de esta trama, quedan expuestos aspectos esenciales de la novela moderna: mudas espaciales, saltos constantes en el tiempo, cambios de estilos narrativos, flujo y corriente de conciencia, los cuales fueron asumidos con el pleno conocimiento que manejaba la autora de la novela europea, sobre todo de las obras de Joyce, Virginia Wolf, y Marcel Proust. Por eso la autora fusiona con mucha propiedad aspectos de la clasicidad cultural europea y de la cultura griega, con aspectos de la vida de occidente.

El fenómeno que constituye Escalera para Electra es un hecho muy valioso y tuvo y ha tenido mucha apertura en el panorama novelístico dominicano, en el sentido de que inaugura, a partir de los años setenta, una nueva versión en el arte de narrar y en el auspicio de aperturas temáticas nunca antes expuestas en la narrativa dominicana.

Pero lo más importante si se quiere es que estas cosas han ganado eco y proyección en escritores valiosos de la literatura dominicana como Efraím Castillo y en creadoras consagradas como Ángela Hernández, Carmen Imbert Brugal y Martha Rivera.

El Nacional

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