Opinión

Gregorio Urbano Gilbert

Gregorio Urbano Gilbert

Gregorio Urbano Gilbert ha sido injustamente olvidado por los dominicanos. Él no es el único. Sabemos de encuestas realizadas en universidades del país, donde la mayoría de los estudiantes admite desconocer los nombres de Gregorio Luperón, Ulises Francisco Espaillat, Francisco Henríquez y Carvajal y otros próceres que lucharon por proteger nuestra nacionalidad.

En mi condición de profesor, conversé con algunos de mis alumnos sobre las hazañas de un joven puertoplateño, quien con apenas 17  años de edad, con cuchillo en mano y un revólver calibre 38, y con el grito ”Que viva la República Dominicana” enfrentó de una manera individual y desigual el desembarco del acorazado Olimpia, comandado por el capitán H.S. Knapp, quien  llegaba en 1916 con las instrucciones precisas de Woodrow Wilson de mancillar nuestra patria. Y es una lástima que ninguno acertara a pronunciar el nombre glorioso: Gregorio Urbano Gilbert.

Sencillamente, los dominicanos no hemos valorado en su justa medida el patriotismo exhibido por este humilde hombre de pueblo. El compromiso debe ser darlo a conocer, no solamente a nuestros alumnos, sino a muchos profesores que al igual sus pupilos desconocen los aportes ofrecidos a la patria por este ilustre dominicano.

Los argumentos de los norteamericanos para justificar su expansión imperialista eran diversos. Acudieron al pretexto de que la Convención Dominico Americana de 1907 les daba las prerrogativas para invadirnos para ”cuidarnos y proteger vidas”.  Con esos nimios argumentos violaron todos los principios de derecho público internacional, que aboga por el respeto mutuo entre las naciones.

El nombre de Gregorio Urbano Gilbert también está ligado históricamente al nombre de César Augusto Sandino, el héroe nicaragüense que enfrentó el imperialismo con bravura inigualable.

Gilbert, el internacionalista, se integró a las guerrillas bajo las órdenes de Sandino, y nadie ha podido negar su derroche de valor ante los norteamericanos.

Dicen los historiadores que Urbano Gilbert estaba tan consciente de lo riesgoso de su ”locura” patriótica, que llevaba en su chaqueta al momento de disparar y darle muerte al soldado norteamericano C.H. Burton, un papel con el siguiente mensaje: “Muero, pero muero satisfecho porque es un acto de protesta contra la invasión de mi patria por fuerzas extranjeras”.

Gilbert tuvo tiempo para doctorarse en filosofía en nuestra universidad primada de América y hay quienes aseguran que, a la hora de su muerte, trabajaba humildemente en una panadería.

El Nacional

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