Reportajes

Haití y el desarrollo utópico del gobierno del grupo de Michel Martelly

Haití y el desarrollo utópico del gobierno del grupo de Michel Martelly

Ya era hora de que el actual gobierno de Martelly -insospechado de turbias maniobras económicas e investigado neciamente por el Congreso haitiano, que no ha hecho caso de nada y se niega a ser narigoneado por el presidente- se pusiera los pantalones frente a los dominicanos.

Tantos lustros de recepción de mercancía dudosa debía terminar cuanto antes.

Ahora lo importante es corregir esos problemas aplicando la tecnología de punta, altamente científica, que tiene Haití para registrar anomalías, malestares y deficiencias en pollos y huevos provenientes de sus ingratos vecinos, incapaces de darse cuenta de con quién estaban comerciando.

¿Cómo fue que los especialistas y científicos, incluido dietistas y biólogos de aquel lado de la frontera no se dieron cuenta antes de tan grave problema?

¿Cómo es que dejaban pasar esos alimentos sospechosos de un país de tan dudosa procedencia como la República Dominicana?

Más, aún de instrumentar correctivos inmediatos.

Esas normas ejemplares que hay instaladas en la frontera y en todo Haití le dirán a Martelly y su equipo qué debe dejar pasar hacia la exigente mesa haitiana de un paladar de alta gama, excéntrico, desafiante y gourmet.

Eso de andar adquiriendo disparates después que el Haití de Martelly  ha dado un giro de 180 grados hacia el desarrollo pleno de sus recursos potentes pertenece a un pretérito imperfecto sin retorno, olvidado.

A Martelly hay que irle con toda la claridad que exigen los estándares de la comida internacional, que para eso se gasta una fortuna su gobierno en dispositivos de primer orden.

En Kuwait, donde la Policía patrulla en Mercedes Benz y Ferraris y se hace limpieza en autos niquelados en oro no hay la limpieza que se respira por todo Haití.

Aquellos que se ponían a ingerir lodo para la sobrevivencia eran de pura protesta ante la opulencia y el bienestar del que estaban hartos ya. Eso era lo que tenía que hacer Martelly.

Hacerse respetar, mostrarse enérgico, protegiendo la bien cuidada salud de cada haitiano que, por cierto, sea pobre o rico (y ahí va la igualdad protegida por el gobierno) tiene que pagar por la salud que brindan los magníficos hospitales haitianos, ejemplo de atención, así como la educación, que tampoco es gratis, de modo que todo el mundo tiene que erogar fondos para ello y que fomenta el sentimiento de igualitariedad.

¡Que nadie deje de pagar!

Esas facilidades educativas y de salud que ofrece el Estado a la población y que usan muchos haitianos que se trasladan a la República Dominicana  lo hacen porque no se han enterado de los dramáticos cambios que ha producido la administración de Martelly.

Baste consignar que a un hijo suyo y a su esposa les dio  -en vista de la abundancia ya reseñada- 40 millones de dólares para un estadio de fútbol.

El estadio no se hizo -según la prensa- pero a lo mejor fue por un descuido sin importancia que podría verse subsanado un día cualquiera de estos.

No hay nada qué explicar ante los hechos consumados y otros que esperan consumación.

Hay que rendirse ante los nuevos Petiones, Louverture y Dessalines y mostrar -dado que ellos casi todo lo adquieren aquí y por tanto tienen derecho a levantar alto la voz- alguna protesta simbólica como para llenar las apariencias.

APUNTE

Espacio
Ya no queda espacio para más vergüenza y mayor humillación.

El Nacional

La Voz de Todos