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HOGAR Y FAMILIA

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Madrastras no siempre son las malas de la historia

Connotaciones negativas suelen estar unidas a la imagen de las madrastras. Estas tienen fama de ser malvadas, ya que de manera exagerada, en novelas, películas y cuentos de hadas, son mostradas como seres sin sentimientos, predisponiendo a las personas ante dicha figura.

Hace unos 17 años Jenny Saviñón se enamoró de un hombre separado, con una niña, desde entonces es madrastra y manifiesta que “para mí, Carolina es mi hija. Todo ha sido maravilloso con ella, llevamos una relación normal como madre e hija, y no me siento ser su madrastra, sino su madre, porque la amo como si fuera fruto de mi vientre”.

Su hijastra Carolina de Jesús, de 23 años, expresa que su relación con Jenny, a quien llama mami, es muy fuerte. “Mi relación con mi mami es muy bonita, nos apoyamos la una a la otra, hacemos todo lo que hacen madre e hija, porque para mí, aunque ella no me haya dado la vida, es mi madre. Nunca me ha importado no llevar su sangre, ha estado en mis peores y buenos momentos, y agradezco a Dios por haberla puesto en mi vida, ella es todo para mí y estos 16 años a su lado han sido los mejores. La amo”.

Este es un vivo ejemplo de que no todas las madrastras son las malas del cuento, que hay muchas que son las reinas de la historia, y que la relación entre hijastra y madrastra puede acercarse a la de una hija con su madre biológica, pero ¿Por qué pensamos que todas son así? La psicóloga, Virginia Pardilla, explicó que “estas son percepciones que se alimentan más de estímulos inconscientes que conscientes. Para las personas, en el mundo inconsciente innato, las sustituciones siempre van a estar asociadas a pérdidas e intentos fallidos, por lo que las emociones que de estas se derivan pueden proyectarse sobre la figura que sustituye, en este caso la figura de la madrastra. También hay muchos mitos alrededor de la figura de la madrastra, alimentados por cuentos, historias, fabulas”, dijo la experta.

Los niños se niegan a aceptar las madrastras

Normalmente, las relaciones entre las madrastras e hijastros no son una maravilla, y aunque en la mayoría de ocasiones puede ser porque los niños se niegan a aceptar esta figura ante el sentimiento de traición, afirma que esta relación no dista mucho de la que estos podrían llevar con sus madres biológicas, ya que con estas generalmente los impulsos agresivos se reprimen, en cambio con las madrastras, por simbolizar una autoridad que el niño considera más débil, los impulsos son menos reprimidos.

“Es decir, más fácilmente manifiestos. Socialmente, incluso estos impulsos son estimulados por la creencia popular de que las madrastras son malas, lo cual justifica en la mente del niño la agresividad contra la misma”, destacó Pardilla.
Hay muchas otras razones, específicas de cada caso, que pueden afectar las relaciones, tales como la edad de los niños, las circunstancias que lo llevan a ser criados por sus madrastras, entre otros.

El papel del padre
¿Depende del padre el éxito de la relación? –preguntamos- “Claro que sí, el padre se torna el vínculo socializador más importante, ya que según la experta es quien introduce una figura hasta el momento desconocida al mundo de los hijos y viceversa. Muchas veces asume la labor de matizar los prejuicios y predisposiciones que aparecen en la relación madrastra-hijos, por lo que la autoridad de su figura muchas veces se vea afectada. Sin embargo, con una asesoría clínica oportuna su labor puede aligerarse.

“Lo más importante es que el padre debe brindar a los hijos un contexto de seguridad, en el que los mismos perciban que a nivel vital seguirán contando con una figura paterna equilibrada, con las adecuadas cargas de autoridad y afecto, de manera que la inseguridad de los hijos se vea rápidamente invalidada”, afirmó.

Apunte

Pasos para ser una buena madrastra
A. Tomar en cuenta que se está integrando a un sistema que tiene su historia.
B. Familiarizarse con esa historia antes de integrar en ella nuevos factores.
C. Empatizar con la situación de los hijos, entendiendo con humildad que los mismos están siendo involucrados en una situación que hasta el momento no era natural.
D. Familiarizarse con el ciclo de vida de acuerdo a la edad de los niños, con el fin de poder responder mejor a las necesidades de los mismos y de entender las reacciones de los niños o jóvenes.
E. Aceptar que establecerse como autoridades es una necesidad, pero se tomará un tiempo prolongado, llevándose a cabo gradualmente.
F. Empatizar con los gustos y preferencias de los hijos, al igual que tendría que hacerlo si tuviera una unión biológica con los niños.

El Nacional

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