Opinión

Hotel Montaña

Hotel Montaña

Situado en Jarabacoa, con una vista impresionante del Valle de La Vega Real, el Hotel Montaña adquirió fama por ser el lugar donde toda pareja que se casaba, del Cibao, iba pasar su luna de miel. Todavía hoy se pueden ver las camas inmensas y las cortinas cursis de las habitaciones donde se consumaba, en esa época, un deseo largamente cultivado, ajeno a las compulsiones de hoy desprovistas de toda ilusión, acumulación erótica y fantasía.

De vuelta, cada vez que visitamos Jarabacoa vemos cómo se va deteriorando esta maravilla de madera y piedra, por un impasse entre el Estado, su dueño, y unos inversionistas. La pena es que el resultado, como el caso del Hotel Mercedes de Santiago, es que finalmente el hotel se desplomara y nadie sabe qué avivato, o avivata, se apoderará de esos terrenos para hacer una urbanización para nuevos ricos.

En el caso del Mercedes, imagino que para convertir ese maravilloso espacio en un parqueo.

Y es una pena, porque ahora que vuelve a resucitar el tema de la niñez de la calle, el Hotel Montaña podría convertirse en un centro de formación vocacional, o excepcional vacacional para la niñez de la calle.

Durante la dirección del CONANI, por una de las mujeres más interesadas amorosamente en la niñez, la Sra. Isabel Mejía de Grullon, había un acuerdo entre el CONANI y un programa que dirigía el Coronel Payams, para niños de la calle.

Recuerdo que varias veces visitamos San José de Ocoa, donde precisamente en un hotel funcionaban las instalaciones. El Coronel Payams poseía el requisito principal para dirigir ese programa: La ternura.

Sin ternura esos programas se convierten en acciones disciplinarias, y las instalaciones en cárceles para niños y niñas que escaparon la tortura cotidiana de sus vidas y hoy merodean por parques y plazas, en el malecón, alrededor de la Catedral de Santiago, y en otros lugares públicos de nuestras provincias.

Espacio donde también pululan los traficantes de la infancia, chulos que los mercadean para prostituirlos, enfermos sexuales de toda clase, pederastas, y pedófilos.

Combinando aire fresco, montaña, ríos, lagos, con un programa de asistencia psicológica y formación técnico vocacional, podríamos ir identificando instalaciones como el Hotel Montaña, para convertirlas en refugios (porque eso es lo que serían) para la niñez de la calle. Retornarlos a su familia (viejo debate con el UNICEF), es una solución ideal, pero imposible, porque es precisamente del terror de sus familias de donde escapan estos niños y niñas.

¿Quién le pone el cascabel a este gato? Sugiero que la respuesta puede estar o en el INFOTEP, o en lo mejor de las Fuerzas Armadas.

El Nacional

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