Es la tragicomedia de las sociedades menos desarrolladas por efecto de la corrupción gubernamental, juego del que el sector productivo privado forma parte por los beneficios que reporta la sórdida y no menos rastrera tarea de timar a electores y consumidores con la manida historia de robustecer el Estado. O la de estimular la iniciativa privada mediante incentivos fiscales. Nosotros, que somos el resto, estamos fuera de la repartición de este pastel, a pesar de haber aportado los ingredientes.
El gran perdedor, por efecto de la estafa es, en nuestro caso, el pueblo dominicano, segregado en clases sociales y grupos políticos, excluyentes entre sí. Todo esto como parte de un proyecto de permanencia que no tiene nada que ver con el bienestar. Que roba recursos y posibilidad de alcanzar las metas fijadas por el PNUD. De ahí, el estancamiento de estos países, a pesar del notable creamiento mostrado, sobe todo en el hemisferio sur del planeta.
El Informe IDH 2013, del PNUD identifica cuatro áreas de enfoque para sostener el impulso del desarrollo: mejora de la igualdad, incluida la dimensión de género; dotación de voz y participación a los ciudadanos, incluidos Los jóvenes; confrontación de presiones ambientales; y manejo del cambio demográfico. Exige también una mirada crítica de los gobiernos para promover un mundo más justo e igualitario.
Nuestro país ocupa en el informe de este año la nada envidiable posición 96, bajando un punto con respecto al 2012, a pesar de haber mantenido en la pasada década un crecimiento de hasta 7%. Por lo visto, es un progreso reflejado apenas en el grosero y evidente enriquecimiento de un par de funcionarios del pasado gobierno. Habrá que esperar, por supuesto, que resultados del presente gobierno se reflejen positivamente en el informe IDH2014. No tenemos más remedio que esperar.