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“La unión del pueblo es indispensable, como solución para cambiar radicalmente el sistema político podrido que nos corroe”.

Vivimos en “un Estado al revés”.

El Estado dominicano se fundamenta en los partidos  que tradicionalmente nos dirigen y mal administran la cosa pública, imponiendo en algunos casos su único objetivo de llenar sus bolsillos, sin tomar en cuenta la materia prima o esencia de la política “el bienestar de los ciudadanos, del pueblo, de todos los habitantes que conforman nuestro Estado”, esa denegación de nuestros derechos y traición a lo que define la política, por parte de  políticos y aliados que dirigen nuestro sistema dañado, nos convierte en “un Estado al revés”.

 “Un Estado al revés” porque desde su nacimiento se ha excluido a las grandes mayorías y se ha enfocado en beneficiar única y exclusivamente a los grupos de poder, que siempre han dirigido y disponen de los recursos; y que hasta hoy han convertido y mantienen el Estado dominicano en una asociación para fines de lucro particular, además depredando y dañando el medio ambiente, poniendo en riesgo nuestra subsistencia.

“Un estado al revés” porque el enfoque estratégico de las políticas públicas no están dirigidas a satisfacer las demandas y necesidades básicas de sus habitantes;  penosamente no hay ni siquiera una satisfecha que podamos señalar.

“Un estado al revés” porque las instituciones y los incumbentes del Estado niegan la institucionalidad; los congresistas, el primer poder del Estado no representan a sus electores, no defienden ni respetan el estado de derechos, por el contrario son la principal amenaza al orden social y son serviles o títeres. “Un Estado al revés” porque los gobiernos  defienden el mal, protagonizan la corrupción y promueven la violación a la Constitución, las leyes y la impunidad, siendo con ello la principal amenaza a la ética y la moral que impiden el desarrollo sano.

“Un Estado al revés” porque los ciudadanos exigen que los funcionarios y servidores públicos  cumplan la ley cuando son éstos quienes deberían dar el ejemplo cumpliendo y exigiendo a los ciudadanos que la respeten. Las autoridades  y servidores públicos se sirven de a quienes deberían servir.

 “Un Estado al revés” porque la mayoría de los empleados públicos y del sector privado al parecer piensan que cuando trabajas para alguien deben ser serviles, sin criterio propio y muy limitada capacidad de análisis. A ellos les digo:

No tienes por qué inscribirte en una obediencia ciega o esclavista sin derecho a libertad de pensamiento y opinión.

Debemos ser leales, no serviles. Debemos ser responsables no esclavos.

Debemos ser comprometidos no fanáticos.

Debemos ser correctos no pendejos. Debemos ser tolerantes no masoquistas.

Debemos ser prudentes, no cobardes.

Debemos tener personalidad, no ser títeres.

Debemos ser educados y corteses, no sin carácter.

Debemos ser  alegres y divertidos, no charlatanes.

Debemos ser serios, no odiosos.

Debemos ser justos,  no simuladores. Debemos ser progresistas, no ilusionistas.

Debemos ser liberales no inquisidores.

“Toda autoridad no constituida con arreglo a la ley es ilegítima, y por tanto, no tiene derecho alguno a gobernar ni se está en la obligación de obedecerla.” Juan Pablo Duarte.

El ejercicio debe continuar, da tu opinión y participa aportando tus reveses de nuestro Estado (…)

El Nacional

La Voz de Todos