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Infoseguridad

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En los últimos días hemos visto en los medios de comunicación, con mucha insistencia, la palabra profilaxis, queriendo indicar con este concepto el saneamiento de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, mediante la expulsión a aquellos integrantes o miembros que hayan tenido una conducta inapropiada o  reñida con la moral y la ley.

El diccionario enciclopédico Quillet expresa: “es el conjunto de medidas generales preventivas que se adoptan en forma individual o colectiva para preservar de las enfermedades”.

Del mismo modo, el diccionario Pequeño Larousse dice: “es el conjunto de medidas que se toman o están destinadas a impedir la aparición o la propagación de las enfermedades. En término general conjunto de medidas que se toman para evitar algo”. Ésta es la única parte en la que se puede referir al tema que se debate, con lo cual coincidimos.

El mismo se debe iniciar en un patrón preventivo con el estricto diseño de las reglas y criterios para el reclutamiento y selección de personal, con exámenes periódicos y permanentes. Además una capacitación continua en valores y principios éticos que cohesionen el comportamiento y la calidad del servicio.

En la selección del personal que ha de tomar entrenamiento descansa un puntal  fundamental de limpieza. Por supuesto que en la selección de recursos humanos, que es el recurso más importante de toda organización, se impone una oferta laboral atractiva que permita seleccionar los mejores candidatos. Por el contrario si hay poco que ofrecer no se podrá exigir un perfil óptimo a los candidatos, lo que dará lugar a conformarse con lo que aparezca.

De acuerdo al principio constitucional, que consagra: Que nadie podrá ser juzgado dos veces por la misma causa y mucho menos sancionado.

Valdría decir para qué las leyes si no las vamos a cumplir.

La profilaxis es única de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, también debería extenderse a las demás áreas del Estado. Debemos aplicarla correctamente fortaleciendo los requisitos de selección y depuración para ingresos a dichas instituciones y sobre todo un sistema estricto de evaluación y concursos transparentes y serios, aquí es donde se debe comenzar, esa sería la mejor profilaxis.

Lo considerable es hacer una evaluación, depuración y fiscalización estricta. Me iría más lejos, hacerlo con toda la sociedad, debiendo comenzar con los funcionarios públicos desde la cima de la pirámide, que es algo que ya ha sido planteado.

Yo propongo que la transparencia y la fiscalización deben iniciar con los jueces y fiscales, para que con la moral en alto estos depuren y fiscalicen el comportamiento de los demás funcionarios públicos y del resto de la sociedad.

Luego de esta reflexión me inspira citar el caso de otras sociedades que han decidido fortalecer y redireccionar las instituciones estatales, como es el caso de España luego de la caída de Franco, Japón o Alemania después de la guerra,  y de Colombia en años recientes, experiencias que han tenido éxito sin ningún escándalo público, con una voluntad férrea y decidida por sus gobiernos y la población. Han sabido guardar la integridad institucional a pesar de sus ovejas negra, que nunca son la totalidad. No se debe cobrar a justos por pecadores.

El Nacional

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