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Golpe de Estado a la institucionalidad  III

 

Los recientes acontecimientos en torno a la reelección presidencial en la República Dominicana muestran claramente que nuestro Estado es fallido, en su rol institucional y en resultados de garantías al mismo estado de derecho y seguridad jurídica que deben ser la guía o doctrina para lograr una sociedad organizada y civilizada con metas de medrar integralmente.

A simple vista parecería ser que solo importan la reelección y los intereses de los grupos de poder, olvidando el interés colectivo de nuestro pueblo, ya que no tenemos resultado alguno por el pago de nuestros impuestos. La mayoría del pueblo trabajador, los contribuyentes, somos abusados y explotados con ausencia de nuestros derechos.

Lo que hoy pasa es el riesgo que significa gobernar sin una sociedad activa en la cosa pública y sin los pesos ni contrapesos de la oposición política.

Me gustaría que nuestra sociedad reflexionara sobre lo de no ser político, pues todos somos políticos, pero la gente piensa que es lo mismo decir: no soy político y no soy partidista. La política es la ciencia que permite organizar las sociedades en Estados con leyes y administradores públicos que son el gobierno, los funcionarios, la justicia, el congreso, las alcaldías, militares, policías, etc.; y estos son los que administran nuestros impuestos y tienen el monopolio de la fuerza para “mantener el orden”; pero casi siempre se roban o mal manejan esos recursos públicos y abusan de dicha fuerza; lo que pasa, por no entender que la política es un asunto de todos, no solo de los políticos partidistas. Estudiemos la Constitución y demás leyes que versan sobre la función pública, para así, que defienda mejor sus derechos.

Resalta el hecho de que ahora, en realidad hemos vuelto al partido único, a la concentración del poder, el dominio de los medios y a la absorción de los demás partidos y la anulación total de cualquier disidencia.

El pueblo debe entender que vivimos en una guerra asimétrica o irregular constante, en donde los principales enemigos del pueblo soberano, con nuestra soberanía usurpada, lo son los diferentes actores de los grupos de poder y los funcionarios del Estado, los cuales violan todo, traicionan todo, engañan a todos, mienten a todos, roban a todos, contaminan todo, empeñan todo, enferman todo, destruyen todo, como los más siniestros o perversos monstruos depredadores.

El Estado ha debilitado sus estructuras de poder institucional, y se ha subordinado a las mafias, los funcionarios son socios y miembros del crimen organizado. De igual manera los grupos de poderes fácticos se integran a este entramado criminal. Ya no tenemos actores representantes confiables que cumplan los lineamientos institucionales del Estado, como lo mandan la Constitución y cada ley orgánica o institucional en que se fundamentan sus roles y funciones esenciales para el bien colectivo y servicios de calidad.

Tal como lo define Wenceslao Vega en su libro Historia del Derecho Dominicano: “El derecho, como superestructura impuesta por la clase que detenta el poder, sirve solo a los intereses de esa clase, por más democrática y humanitaria que parezca la legislación.”

No hay arma más poderosa que un pueblo unido por una causa común. ¡Despertemos!.

El Nacional

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