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Reflexiones para padres, hijos y maestros (2de3)
Continúa la reflexión, (…) En la siguiente cita anónima, queremos destacar excelentes enseñanzas que nos pueden ayudar tanto a padres como a los hijos que en el mañana se convertirán en padres:

“La percepción que tenemos de nuestros padres: 4 años: Mi papá puede hacer de todo. 5 años: Mi papá sabe un montón. 6 años:
Mi papá es más inteligente que el tuyo. 8 años: Mi papá lo sabe exactamente todo. 10 años: En la época en que papá creció las cosas seguramente eran distintas. 12 años: Oh, bueno, claro, mi padre no sabe nada de eso. Es demasiado viejo para recordar su infancia. 14 años: No le hagas caso a mi viejo. Es tan anticuado! 21 años:

¿Él? Por favor, está fuera de onda, sin recuperación posible. 25 años: Papá sabe un poco de eso, pero no puede ser de otra manera puesto que ya tiene sus años. 30 años: Tal vez deberíamos preguntarle a papá qué le parece después de todo, tiene mucha experiencia. 35 años: No voy a hacer nada hasta no hablar con papá. 40 años: Me pregunto cómo habría manejado esto papá. Era muy inteligente y tenía una enorme experiencia.

50 años: Daría cualquier cosa porque papá estuviera aquí para poder hablar esto con él. Lástima que no valoré lo inteligente que era, podría haber aprendido mucho de él.”

En una segunda cita el profesor brasileño Roberto Candelori hace un interesante análisis comparativo sobre los buenos padres desde la óptica de los hijos:

“– Los buenos padres no le dan a su hijo todo lo que necesita. Le enseñan que él es capaz de conseguir lo que quiere.
– Los buenos padres no buscan hacer feliz a su hijo. Le enseñan que la felicidad depende de cada uno.
– Los buenos padres no le dan oportunidades a su hijo. Le enseñan a buscarlas, a crearlas y a aprovecharlas.
– Los buenos padres no le dan a su hijo lo mejor para que sea feliz. Le enseñan a disfrutar y a encontrar lo mejor, aún en lo más sencillo.

– Los buenos padres no le enseñan a su hijo a superar siempre a los demás. Le enseñan a superarse a sí mismo.
– Los buenos padres no le enseñan a su hijo a decir todo lo que piensa. Le enseñan que lo que pensamos no es la verdad absoluta y que debemos ser cautelosos al expresar nuestras opiniones, teniendo en cuenta los sentimientos de los demás.
– Los buenos padres no le resuelven los problemas a su hijo. Le enseñan a asumir la responsabilidad y a aprender de sus errores.

– Los buenos padres no le enseñan a sus hijos a evitar los fracasos. Le muestran que el fracaso es parte del camino hacia el éxito.
– Los buenos padres no convencen a su hijo de su importancia en la sociedad. Le enseñan que sirviendo se volverá importante para ella.

– Los buenos padres no le enseñan a su hijo a ser crítico y resentido ante las injusticias.

El Nacional

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