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Ingrid González, su gestión cultural

Ingrid González, su gestión cultural

El único ente trascendente de gestión y producción cultural de mi patria chica Santiago de los Caballeros que no dispongo el honor de conocer es la prestante dama Ingrid González de Rodríguez, consorte del doctor Príamo Rodríguez Castillo, adalid propulsor de enjundias culturales.

Ingrid desarrolla una gestión de producción y difusión cultural en su variada columna Reflejos, que publica en el gran y vetusto diario santiaguense La Información de lunes a viernes, en una constante demostración encomiable por divulgar y esparcir la cultura, no reservarla egoístamente para sí, conforme proceden algunos energúmenos.

PÁGINA 30 2 Ingrid González de Castillo

Añade a su cultivo cultural el soporte de las múltiples excursiones a diferentes escenarios de la naturaleza, cascadas, puertos, bahías, museos, personajes modeladores de la historia, El Prado, El Louvre, El Hermitage, castillos medievales, plazas y monumentos emblemáticos europeos y asiáticos, incluyendo el fabuloso y regio Taj Mahal en Accra, India, la más reluciente gema y tributo al amor de un consorte a su pareja, ordenado construir por el maharajá Shah Jahan en tributo de amor a su esposa Mumtaz Mahal, describiendo sus peculiaridades y entrañas históricas en forma potable, sencilla, exentos de alardes pedantes de sapiencias, con la normalidad admirable y serena, acorde como me refieren es Ingrid.

Trabé migas con su tempranamente desaparecido progenitor, doctor Conrado González Monción, notable jurista, encomiado por togados santiaguenses reputados como los jurisconsultos Salvador Jorge Blanco, Aníbal Campagna García y Domingo Porfirio Veras (Don Lilo), entre otros.

Conciabulaba con Conrado invariablemente los domingos a medio día en el desaparecido Santiago Tennis Club, donde compartíamos fugases veladas al piano del compositor Luis Chabebe, inolvidable autor de No te vayas, alternado con las secuencias de las Aguilas Cibaeñas, que ambos amamos con la pasión que los dominicanos sabemos arrimar conforme a la cadencia de nuestras emociones, integrando un minúsculo grupo por el inolvidable empresario y gestor cultural Caonabo Almonte Máyer, el referencial Chino Almonte, Juan Sánchez Correa, alternado piano con Chabebe, además Lionel García Beltrán, Jacinto Sánchez (Morito), Felipe Moscoso y Pedro Esteva, los protagonistas de los Lunes Zapatero del Tennis Club, además de Salvador Jorge Blanco y Andrés Pichardo (El Cura), aderezados con los cocinaos de La P y Camelia.

Precisamente al retornar de noche de un encuentro de la cuyaya en Santo Domingo hacia Santiago, el error de un desaprensivo de estacionar sin señales un camión en la vía, ocasionó la muerte trágica de Conrado, que sentí como un fuetazo emocional sin sutura.

Conrado residía a escasos cien metros de la residencias de mis padres y abuelos paternos en la entonces calle José Trujillo Valdez, luego Restauración, yo tres casas arriba del cine Víctor, y Conrado contiguo a la residencia del recordado zapatero Pepe González (La Bragaña), hermano del sempiterno aspirante a orador y enorme ser humano Bimbo González, que presidía una tertulia con don Francisco Pereyra hijo y don Pedro Hungría, humectada con cidra de Bermúdez, frente al emblemático parque Ramfis, luego Plaza Valerio, y cultor de música clásica compartida con don Augusto Vega Espaillat.

Cuando Conrado discurría hacia su casa o viceversa y pasaba frente a la mía y me encontraba en la galería, intercambiábamos afectuosos saludos, con sus pisadas lentas, seguras, y su siempre presente sonrisa, conforme su química, el orden de su pelo a lo Howard Hughes y sus breves mostachos.

Esta entrega es un relicario de esas vivencias, que se yuxtapone en una ponderación justa a la laudable difusión cultural de su hija Ingrid, con el penacho de admiración y respeto silente hasta hoy, pero vibrante, que le dispenso desde siempre, y el apoyo de su consorte, gestor cultural por todo lo alto del Primer Santiago de América y de todo el contorno geográfico de RD.

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