Un candidato a una posición electiva puede contar con una determinada intención de voto en la población, pero un conjunto de circunstancias determinarán su definitivo comportamiento electoral. Una de esas variables, vista la experiencia dominicana, descansa en sus perspectivas de triunfo.
A Miguel Vargas, presidente de facto del PRD, las encuestas de opinión le dan porcentajes que oscilan entre el 9% y el 18% con miras a los lejanos comicios del 2016. Hablo de mediciones entre los presidenciables del PRD ¿Su tendencia sería subir o bajar? Es evidente que bajar, porque no oferta una percepción de opositor al gobierno y al partido oficial. Para remate ha destruido al instrumento político de mayor tradición del espectro nacional, con la celebración de una farsa electoral, como lo es la convención del PRD, de la que se ha excluido del padrón al grueso de sus dirigentes y militantes. Y ahora se descubre que la mayoría de los que aparecerán en las mesas de votación tampoco sufragarían por él.
De todos modos, sería declarado ganador por la Comisión Electoral, con el esperado aval del TSE, hecho que deterioraría aún más la desgastada imagen pública del “simpático y siempre sonriente líder perredeísta”.
Es un escenario que contrasta con el observado en el naciente Partido Revolucionario Mayoritario, que encabezan Hipólito Mejía y Luis Abinader, los que alcanzaron un 47% en el certamen electoral de 2012. Y en el seno de esa organización estará el grueso de los dirigentes perredeístas en sus diversos niveles, más un amplio abanico de entidades políticas y de la sociedad civil.
Los líderes de la convergencia anuncian que a finales de este año escogerían a sus candidatos para la contienda del 2016, utilizando un padrón universal, es decir, el de la JCE. Ver a los dominicanos votar masivamente, en esa convención, sería un acontecimiento impactante que elevaría por las nubes la intención de voto de esa coalición.
