Con el paso de los días la cifra aumentó a 22 o 24 mil soldados, contrario a lo que oficiosamente se reportaba de 42 mil, cantidad nunca confirmada por Estados Unidos 8- de 10
Originalmente fue una intervención limitada, de a penas 500 soldados, el desembarco estadounidense en suelo dominicano, el miércoles 28 de abril de 1965.
Por primera vez desde 1916, las tropas estadounidenses invadieron el país violando su soberanía.
El presidente Lyndon B. Johnson, en un mensaje televisado esa noche, dijo que la infantería de marina había desembarcado en Santo Domingo para ayudar a la evacuación de norteamericanos y otros extranjeros.
En el país residían sólo 2,500 estadounidenses, que estaban protegidos porque vivían en sectores de la clase media alta.
Johnson nada refirió en su alocución de la temida toma de mando comunista de la revuelta constitucionalista o acerca de la ayuda de los Estados Unidos a las fuerzas de la junta militar del general Elías Wessin y Wessin.
Al filo de las 2:00 de la tarde de ese miércoles 28, un grupo del Cuerpo de Infantería de Marina de EEUU había desembarcado en el puerto de Haina con el propósito de inspeccionar la playa para un desembarco anfibio.
Washington realizó casi inmediatamente un refuerzo mayor. Para la primera semana de mayo habían desembarcado 5,000 infantes de marina y tropas paracaidistas.
Luego las tropas estadounidenses alcanzaron el número de 12.000 soldados. A mediados de la segunda semana de mayo llegó al máximo, con alrededor de 22.000 soldados en el país.
Pudo haber llegado a 24 mil, pero nunca a 42 mil soldados como todavía se dice. La concentración de esta astronómica cifra de soldados se hubiese sentido en todo la geografía nacional.
El número de 22 mil a 24 mil marines era necesariamente una fuerza poderosa. El comando estadounidense nunca desmitió la cifra de los 42 mil marines al parecer con el propósito de sugestionar a los combatientes constitucionalistas.
Objetivo de invasión
Con el paso de los días el Departamento de Estado estadounidense fue develando el propósito de la intervención en Santo Domingo.
Inicialmente informaron a los periodistas en Santo Domingo de la misión de evacuación para asistir a los dominicanos “para que hallasen una solución democrática a sus problemas políticos”.
El 28 de abril de 1965 los combatientes constitucionalistas comenzaron a protegerse con barricadas en la Ciudad Colonial. Montaron ametralladoras en los techos y apostaron francotiradores en las ventanas. Prepararon bombas molotov en las casas, muchas de estas moradas se convirtieron en pequeñas fortalezas. Los tanques y camiones capturados, con la palabra pueblo pintada, fueron colocados en algunos punto, como el Parque Independencia.
Ante ese escenario, la embajada norteamericana, por pedido de las autoridades de Washington, decidió que era necesaria la intervención pero que un legalismo tenía que ser presentado solicitando la ayuda militar los Estados Unidos.
El coronel Pedro Bartolomé Benoit, oficial de la Fuerza Aérea, que encabezaba la junta militar de Wessin y Wessin, apeló inmediamente al embajador William T. Bennett en busca de ayuda.
Bennett pasó el pedido a Washington, y preparó otro mensaje en el que manifestaba lamentar la probable necesidad de que Estados Unidos impusiera una solución militar al problema político. Si bien cabía esperar que la propaganda izquierdista caracterizase la rebelión como una pelea entre el ejército y el pueblo. Decía Bennett que la cuestión se suscitaba realmente entre quienes querían una solución tipo Castro y quienes se le oponían. A continuación dejaba claramente sentado que, aunque no deseaba dramatizar excesivamente la situación, abrigaba la convicción de que si Estados Unidos negaban el apoyo solicitado y que si la oposición a los llamados izquierdistas perdía aliento, Estados Unidos podría ser llamado a poner en escena, en el futuro inmediato, un desembarco de la infantería de marina.
