Opinión

Jamás lo individual

Jamás lo individual

Vivimos recibiendo mensajes vía celulares o cualquier otra vía. Es asunto ordinario. Gran parte de estos textos y vídeos están dirigidos, teóricamente, al nuestro fortalecimiento emocional y/o de cómo elevar el autoestima. Y hasta nos invitan a alejarnos de aquellos encasillados a priori como de “mentalidad negativa”.

Así vemos cómo a través del cine se promueve mucho la idea de individuos fracasados e individuos triunfadores. En cualquier diálogo de una película tildan de fracasado al primero en cruzarse en el camino. Confieso me enojo con la reproducción de esquemas de vida tan cuadrados, cual inventario contable. Me disgusta. Es una aritmética incompatible sustentada en apreciaciones, en disyuntivas. Lo discuto.

Ahora se insiste en recados y encargos que nos llegan a través del móvil o de cualquier red social digitalizada y/o en conversaciones personales, en el sentido de que los problemas ajenos siguen siendo ajenos. No te tire los problemas ajenos, cada quien que resuelva sus problemas.

Los suyos son los suyos. Muchos tenemos para dedicarles tiempo a otros. Otra ley, la apatía, la falta de solidaridad. Del déjalo solo.
Pero, ¿qué promovemos entre nosotros? ¿Qué valores tratan de inculcarnos?.

No compro ni uno ni otro de tales mensajes. Los rechazo. Tratan de sacar de dentro de nosotros la parte humana, solidaria e intentan hacerme vivir en cuatro paredes sin importarnos nada, absolutamente, ni siquiera por el mal que atraviese un amigo, un vecino, un conocido, quien pudiera salir a camino con una simple conversación. Hasta facilitándole un número telefónico, una dirección, cualquier cosa mínima.

Soy amigo de quien sea, aunque venga a mí con “su mentalidad negativa”. Seguiré siendo amigo de aquel quien pudiera provocarme “vibraciones negativas”. Hay personas que atraviesan por frustraciones, faltos de esperanza, razón por lo cual –y sin necesidad de jugar al psicólogo con nadie- soy atento. Dialoguemos, seamos fraternos.

Obviamente, no todos los días estamos predispuestos a amargarnos la vida por antojo de terceros, ya por su aburrimiento o falta de expectativa o falta de iniciativas. Pero prefiero hacer un gran esfuerzo por brindarle atención a quien sea que lo necesitare, sin importarme su credo, su condición social, feo o elegante. Si tenemos una velita en las manos en medio de un apagón, ¿por qué negarle algo de luz a quien le urge?.

No nos abandonemos. El camino es muy largo para andarlo solo.

El Nacional

La Voz de Todos