Opinión

La Casa del Libro

La Casa del Libro

Es una vergüenza que la Feria del Libro no tenga su propia casa, vistiendo pantalones largos, como viste. Que se mantenga arrimada en la Plaza de la Cultura, ensuciando, maltratando y desordenando un sitio tan sagrado y sublime como lo es este condominio de las plásticas, la literatura, el teatro, la música, la geografía, la antropología, en fin, de la ciencia y las bellas artes. Es la tercera vez que expreso tal preocupación. Me atrevo, de nuevo, a sugerir que las instalaciones y el entorno del antiguo Teatro Agua y Luz sean acondicionados y convertidos en la Casa del Libro, en efecto, asiento permanente de este evento.

Antes del Descubrimiento del Nuevo Mundo, ya en Alemania tenían lugar ferias de libros de alcance continental. Contaban, no con una, sino con dos casas, localizadas en Frankfurt y Leipzig. En el siglo XVI, décadas después, estas fiestas de la cultura seguía reuniendo a libreros de países vecinos, eruditos, escritores, fundidores de tipos, vendedores de papel, encuadernadores, coleccionistas, en fin, todo lo vinculado a este mundo. Editores solían publicar catálogos de sus libros para poder distribuirlos en esta feria.

Frankfurt y Leipzig fueron las dos ciudades alemanas que se distinguieron durante largo tiempo como sedes de ferias de libros, llegando a surtir el amplio mercado europeo. Se origina en el siglo XVI la costumbre de publicar y vender libros por suscripción. Específicamente en Inglaterra, Willian Coxton creo´ este sistema a fin de conseguir la financiación necesaria para publicar su obra Mirrow of the world. En España y otros países de Europa la política seguida respecto a la legislación del comercio del libro fue cambiando durante este periodo.

Después de la política liberal de Isabel la Católica que liberaba a los libros extranjeros. Se ejercía, años después, control sobre los libros que eran llevados hacia las Indias Occidentales, como lo demuestrael hecho de que los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla.

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