Las acciones de amenaza, aisladas o no, contra reputados periodistas es un tema que debe llamar la atención de toda la sociedad. No debemos esperar que ocurra una desgracia para luego lamentar.
Los que decidimos ejercer el periodismo sabemos a los riesgos que nos exponemos en cada accionar, más cuando se tocan fibras sensibles de sectores que se creen los amos y señores de la verdad absoluta.
Quienes conocen a Juan Bolívar Díaz, Huchi Lora, Roberto Cavada y Amelia Deschamps, saben que han ejercido el periodismo sin temores, aún en los tiempos difíciles de los gobiernos represivos del doctor Balaguer y el PRSC.
Juan Bolívar y Huchi siempre estuvieron de frente en las grandes jornadas libertarias de este país, en los años en lo que la vida de un periodista carecía de valor para las autoridades de turno. No se doblegaron antes y dudo que lo hagan ahora.
Amenazar periodistas es una práctica que debe terminar en el país
Al parecer, en esta ocasión, las amenazas no provienen del sector oficial como ocurría durante el balaguerismo, sino por grupos intolerantes que están acostumbrados a debatir los temas con altura.
Los jefes de estos grupos de intolerantes se formaron al lado de la tiranía de Trujillo a quien sirvieron con devoción, posteriormente hicieron causa común con el balaguerismo y su maquinaria criminal.
Los intolerantes del presente son los mismos del pasado, pero con menos fuerza, ya que aunque carecen de padrinos en la cúpula del poder, hay gente que los protege.
Anteriormente actuaban por razones ideológicas, ahora se amparan en un supuesto nacionalismo que ni ellos mismos se lo creen, ya que ante la presencia de cualquier rubio ojos azules se arrodillan reverentes.
El nacionalismo tal se convierte en racismo vulgar, pero la xenofobia puede provocar daños peores que los conflictos políticos, de modo que la denuncia de estos comunicadores no obedece a temores, porque sé que no los albergan, pero la sociedad debe estar vigilante ya que ahora son ellos, pero quien quita que en el futuro se amplíe la lista.
