Opinión

La justicia de la sociedad

La justicia de la sociedad

Durante esta semana se celebra una fiesta religiosa católica de singular importancia para quien decida observarla.

Se trata de la celebración de los últimos días de la permanencia física del maestro Jesús de Nazaret en este planeta, y su importancia radica en lo trascendental de su existencia terrena por la manera en que El eligió vivir en la práctica sus enseñanzas, aun ante las situaciones tan adversas que rodearon su partida.

Los últimos días de Jesús en la tierra estuvieron rodeados de grandes pruebas y dificultades, la mayoría más fuertes de lo que cualquier ser humano creería poder ser capaz de soportar, pero aún así este gran maestro demostró mediante su ejemplo, la grandeza que puede alcanzar el ser humano cuando se pone en contacto con su ser interior y este comienza a manifestarse en obras.

De modo que como cristianos no sólo debemos reflexionar sobre el papel de Jesús en la Tierra sino la manera que ese mensaje ha sido interpretado y aplicado en la familia y la sociedad.

Establecer juicios morales, y llevar a la práctica acciones morales no es fácil; ya que a veces nos vemos obligados a elegir entre dos valores contrarios; esto puede ser por razones personales o compromisos políticos.

Ningún código moral puede darnos la respuesta, tenemos que tomar una decisión moral en función de la propia reflexión sobre los principios morales y decidir libremente la forma de actuar ante cualquier dilema moral.

Para realizar una acción moral, tenemos que tener en cuenta los principios morales, las reglas de aplicación al caso concreto en cuestión, pero además no debemos poner en juego la libertad de la voluntad.

Creo que si tuvieramos más cristianos en la política y en la aplicación de justicia, esta sociedad fuera más justa, ya que el temor a Dios impidiera acciones vergonzantes como ocurren a diario, tanto en el ejercicio de la política como al dictamen de sentencias.

Es la falta de fe la que hace que tengamos hombres y mujeres tan maleados, con formaciones morales tan débiles y conductas cuestionables.

Sin embargo, esta es la sociedad que tenemos y posible los jueces que merecemos, por la apatía e indiferencia con la que asimilamos las decisiones de magistrados alejados de la justicia real.

El Nacional

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