Opinión

La maravillosa dominicanidad

La  maravillosa  dominicanidad

De tanto repetirlo se está convirtiendo en cliché. No hay reunión donde no se repita ad- nauseaum “esto se jodio”, “este país no tiene alternativa, hay que irse”. Como me he ido y vuelto tantas veces mi pregunta es ¿adonde?, porque un rápido recuento del mundo nos indica que comparada con otras naciones esta isla es todavía un paraíso.

Lo maravilloso es que solo hay que salir de aquí para comenzar a descubrir otra dominicanidad, una que se arriesga, afana y supera, una que nos llena de orgullo y alegría. Con esa dominicanidad me acabo de encontrar en la Feria del Libro de Saint Martin, refugio para poetas que sufren de la asfixia moral de Pedro HenríquezUreña, y artistas.

Lo primero que asombra es descubrir que Shujah Reiph, el presidente de la Concious Lyrics Foundation, sita en la parte francesa de la isla, (que durante los últimos quince años ha estado organizando la Feria del Libro de SanMartin) es hijo de una dominicana de La Romana. De Cándida, hablaré en otro artículo.

El poeta Lasana Sekou, con una maestría en ciencias políticas de la Universidad de Stony Brooks, y un Doctorado en artes de la universidad de Howard, es creador y director de la House of Nehesi Publishers, casa editorial de San Martin que desde 1982, publica y traduce prácticamente a todos los intelectuales de la región, es nieto de dominicano y Santamartiniquena y, una gran parte de su familia, vive en La Romana.

Un gran descubrimiento fue Chenzira Davis Kahina, dominicana que salió a los ocho años de nuestro país para ir a las Islas Vírgenes donde es hoy directora del Centro de Cultura Caribeña de la Universidad de las Islas Vírgenes. Con un Doctorado en arte y educación, Chenziraaún conserva el acento dominicano y la calidez de los compatriotas cuando descubren a otro en el exterior. Su familia aún vive en SAVICA.

Otra sorpresa fue el Dr. Francio Guadeloupe, quien es el actual presidente de la Universidad de San Martin. Formado en Holanda, Francio es autor de una docena de libros entre los cuales me llamó la atención Cristianismo y Capitalismo en El Caribe. Cuando lo escuché hablando español a la perfección me dijo que lo aprendió de su abuela, que era dominicana.

¿Qué tienen todos en común? Su negritud y la pobreza de sus orígenes, la misma que destruye aquí anualmente a un millar de muchachos que perecen en “intercambios de disparos” con la policía, porque no tienen perspectivas; la misma que condena a niñas a parir en la pubertad y adolescencia, a prostituirse. ¿Cuál su suerte? La emigración de sus padres, a otras islas donde no los estigmatizaron.

El Nacional

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