Opinión

La necesidad de conciliar

La necesidad de conciliar

Las constantes divisiones de las organizaciones políticas a lo largo de nuestra historia han constituido un serio obstáculo para lograr metas comunes en beneficio del pueblo dominicano. Es como si fuera una maldición que cada dirigente quiere ser el primero, algunos por simple figureo para hacerse notar y otros, más avezados, para llegar al Poder y manejar a su antojo el presupuesto nacional.

La historia dominicana está plagada de ejemplos sobre las divisiones de que hemos sido víctimas: hubo divisiones cuando Núñez de Cáceres proclamó la Independencia efímera en 1821; tras la Independencia en 1844 entre anexionistas y patriotas; las hubo cuando los sucesivos caudillos llegaron a la mansión presidencial; en 1861 tras la anexión a España; en 1916 durante la ocupación militar norteamericana; las hubo cuando Trujillo y después de la muerte del tirano; existió acentuadamente en 1965 durante la revolución constitucionalista de abril, manteniéndose a todo lo largo del período de más de 50 años de la “democracia” que nos gastamos.

En este presente histórico, como si hubiesen caído en saco roto las lecciones del pasado, la izquierda está dividida a tal punto que ni siquiera existe. El PRD volvió a dividirse, creándose una sigla aparte que ni siquiera se asemeja al original, mientras la división cunde en las filas del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Es curioso y hasta digno de un profundo estudio sociológico que todos los partidos coincidan en la necesidad de fortalecer la democracia, defender la soberanía nacional, crear un régimen de justicia social para todos y mantener con vigor la democracia, depurándola, pero a la hora de la verdad no se ponen de acuerdo siquiera para rubricar esos temas en un Manifiesto a la nación.

En más de una ocasión hemos escrito sobre la necesidad de que los partidos políticos elaboren un Programa de Gobierno Común, en el que se consignen los puntos que los unen. Una vez elaborado ese Programa, discutir punto por punto aquellas cosas que los dividen, para buscar soluciones apropiadas y lograr la unidad.

Pero no sucede así. Cada dirigente quiere mantenerse firme en su espacio, sea por ambiciones políticas o por intereses económicos. Unos quieren seguir siendo “líderes” para mantener su hegemonía pública; otros para llegar o volver al Poder, que les fascina a tal punto que pierden el sentido de la realidad.

En esta hora crucial que vivimos los dominicanos, con tantos problemas que forman parte de una larga lista, se impone una reflexión para hacer posible la unidad. Es de ahí de donde resulta la necesidad de conciliar.

 

El Nacional

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