Juan Taveras Hernández
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Finalmente Miguel Vargas compró el Partido Revolucionario Dominicano. ¡Y no le costó mucho!
El partido de mayor tradición y raíz popular del país, ahora es propiedad privada.
Una empresa de un hombre, duro, autoritario, desclasado, lleno de prejuicios y rencores.
Ahora no hay “compañeros”, ni “compañeras”, “caballos”, ni “yeguas”, “viejos robles”, ni nada que se parezca. Ahora hay empleados y obreros que pueden ser sustituidos o cancelados de un plumazo sin consultar a nadie.
La democracia interna fue sustituida por el autoritarismo de quien se ha convertido en “ley, batuta y constitución” con el apoyo de Leonel Fernández y su gente del Tribunal Superior Electoral.
Los principales socios comerciales del señor Vargas están en el gobierno, no importa de qué partido sean. Da lo mismo blancos, morados o colorados. El color es lo de menos. Negocios son negocios. El capital no tiene amigos ni enemigos. Principios o ideología. Es más, ni siquiera escrúpulos.
El PRD como empresa es muy rentable. No deja pérdidas. Todo es beneficio. Solo la Junta Central Electoral deposita en una cuenta bancaria 17 o 18 millones de pesos todos los meses para usarlos a conveniencia, sin rendirle cuentas a nadie. Ni siquiera al Estado, como manda la ley. Y como si fuera poco, están los contratos secretos –como secreto fue el pacto de las corbatas azules- con instituciones públicas, como Aduanas, por ejemplo, que reportan ganancias extraordinarias.
Algunos “enemigos” del presidente de facto del PRD se han convertido en sus mejores “amigos” dándole “oxigeno” cuando se está asfixiando. Incluso lo “intuban” con cortinas de humo cuando parece que va a morir.
El subsidio del gobierno al PRD para que no haga oposición es menor, mucho menor, que el de la electricidad, el bonogás y otras políticas clientelares, pero sus beneficios son mayores, pues le permitenavegar sin tormentas peligrosas en la dirección del aparato estatal. Leonel y Danilo no han tenido un mejor aliado que el presidente de facto del PRD. ¡Jamás tendrán con qué pagarle el favor!
