Opinión

La Olympia de mi padre

La Olympia de mi padre

En su stand de la recién celebrada Feria del Libro, el Tribunal Constitucional exhibió una maquinilla de escribir marca Olivetti que presuntamente habría utilizado mi padre durante la Guerra del 1965. Esa pieza, sin embargo, ni fue suya entonces ni después.

En la que él tecleó los cables de prensa que enteraron al mundo de lo que ocurrió en aquellos días ya lejanos, es marca Olympia, maquinilla que el autor de este artículo le ha facilitado en distintas ocasiones al Museo del Hombre Dominicano.

Con motivo de la polvareda que la pieza apócrifa levantó, Enrique García Frómeta, hijo de Gregorio García Castro, malogrado periodista cuya viuda murió recientemente, escribió una aclaración que merece ser reproducida aquí: “El 30 de abril leí en la prensa una declaración del Dr. Julio Cury sobre una máquina de escribir que se exhibía en la pasada Feria del Libro y que el TC presentaba como la que utilizó su padre, el prominente abogado Dr. Jottin Cury, para redactar el Acto Institucional en 1965.

El Dr. Cury tiene toda la razón. Esa máquina, marca Olivetti, modelo Línea 88, italiana, es la de Gregorio García Castro, la cual el suscrito le prestó al Museo de la Resistencia para una exhibición que se hizo sobre la pieza del mes, que se dedicó a mi padre en diciembre del 2011. Paradójicamente, allí no se exhibió porque no apareció un stand adecuado y, en cambio, se mostraron artículos de periódicos y otros objetos.

Esa máquina es de los años 70 y no del 1965, tal como señala el Dr. Cury… Pienso que las instituciones públicas tienen que velar por la verdad histórica, y antes de proceder a exhibir una pieza de museo, deben asegurarse de la veracidad y la historia de dicho elemento…. Es una coincidencia que la única vez que conversé con el distinguido padre del Dr. Cury fue en los funerales del comandante Montes Arache, y quedamos de seguir hablando de historia reciente del país, ya que él era muy amigo de mi padre”.

Hasta aquí la valiosa aclaración de Enrique; coincido plenamente con él en que antes de mostrarle al público piezas con valor histórico, debe asegurarse que sean legítimas y auténticas para no falsear el efecto que ellas, las piezas, están llamadas a producir en el ánimo de quienes las contemplan.

 

El Nacional

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