Opinión

La otra cayena

La otra cayena

Muchos se sorprenderán cuando les cuente lo que encontré en la revista Clío #188, del 2014, en un artículo de Micah Wright sobre la historia de los puertorriqueños durante la ocupación norteamericana del 1916-24.

Como los empleados públicos y funcionarios dominicanos se negaron a servir bajo la ocupación, el gobierno norteamericano optó por el reclutamiento de miles de puertorriqueños, tanto en la isla como de Puerto Rico.

Antes de la invasión, miles de inmigrantes Borinqueños se habían establecido aquí, atraídos por la industria azucarera, inmigración que según José del Castillo se consolido con la expansión del Central Romana en 1910, creándose una escuela puertorriqueña para los hijos de los empleados boricuas.

Como hablaban inglés ocuparon puestos de supervisores y gerentes, y se integraron a las elites locales creando el Club Unión de San Pedro y la Soc. Benéfica Puertorriqueña en Santo Domingo, llegando a sumar más de seis mil inmigrantes en SPM, La Romana y Santo Domingo, solo superados por la inmigra- ción haitiana.

Y he aquí el segmento relevante para la discusión que hoy sostenemos sobre la masiva presencia haitiana en el país:

“Convencidos de que Puerto Rico sufría de un exceso de población que deprimía los salarios y la calidad de vida, el Departamento de Trabajo de US, patrocino junto con el gobernador de la isla, una serie de migraciones de mano de obra destinada a establecer colonias puertorriqueñas a través del Caribe y en otras posesiones de USA”.

El gobernador, que era un racista, argumentando que los boricuas eran racialmente inferiores e incapaces de planificación familiar responsable (lo mismo que afirman los racistas sobre los haitianos), planteaba que:

El único remedio eficaz para Borinquen es la transferencia de un gran número de puertorriqueños a otra región”. Por eso, en 1915 urgía al presidente Woodrow Wilson que negociara un tratado con el gobierno dominicano por el cual “una gran área de tierra desocupada en Santo Domingo pudiera ser asegurada por el gobierno puertorriqueño y esta ser utilizada para el establecimiento de una colonia puertorriqueña bajo el control de gobierno de USA”.

Al margen de la respuesta dominicana, entre 1917 y 1918, el gobierno norteamericano expidió 28,000 pasaportes para viajar desde Puerto Rico a dominicana.

Como vemos, las reubicaciones masivas de población, como descompresión de los problemas internos de los países no es nada nuevo, la única diferencia es que en el caso de la reubicación puertorriqueña en Dominicana se trataba de una estrategia de colonización norteamericana, mientras que en el caso de la propuesta de reubicación de haitianos hacia Cayena, con el auspicio de Francia, dominicanos y haitianos.

El Nacional

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