Opinión

La paz

La paz

Recibir la distinción de hombre de paz 2014, especialmente de instituciones y personalidades deportivas, culturales y sociales del arraigo y el prestigio de Moisés Lembert, inmortal del deporte, y de la Fundación Don Bosco, entre otros, no solo constituye para quien esto escribe un homenaje grandilocuente, sino también un nuevo compromiso con el pueblo dominicano.

Debo agradecer, además, a la Esencia, presidida por el culto profesor Juan Valdez, a la asociación Nacional de Ligas y Clubes, dirigida por el connotado intelectual, orador y presidente de esa gloriosa asociación, mi prestigioso alumno licenciado Junior Arias Noboa y al doctor Bienvenido Montero de los Santos, estandarte del derecho, compañero de aulas en la Universidad de Santo Domingo y presidente de las viejas Glorias del Béisbol Dominicano.

Acepté y recibí con orgullo, sentimientos y lágrimas la bella presea que me fuera otorgada por estos dignos estandarte clubistas y deportistas, hombres de probada honradez, moralidad y principalía, como un reconocimiento al arduo y continuo trabajo y esfuerzos que durante 52 años vengo realizando, muchas veces silenciosamente con esfuerzo y verticalidad. Gracias del corazón.

Y como no soy farsante ni hipócrita, que es igual a simulador, falso tartufo, me siento muy alegre y feliz ya que si la pléyade de ciudadanos me ofrecieron este galardón, es porque lo merezco, modestia y aparte, y tantas personas no pueden estar equivocadas de mi comportamiento, labor y compromisos frente al país, los desposeídos, humildes, desarrapados, pobres y víctimas del infortunio y la tragedia social y humana.

Como de gente bien nacida es saber agradecer, refería Cervantes, postulo que quien no agradece no tiene razón para vivir, porque ello debe ser la parte esencial de hombres y mujeres de bien y amor.

Y consecuente con mis principios, también testimonio en el lenguaje de la pureza mi agradecimiento perenne al prestante evangelista del derecho licenciado Rafael Ciprián, por el enjundioso escrito de su pluma ágil y vibrante, publicado en el prestigioso vespertino El Nacional, en fecha 2 de Noviembre titulado Rojas Nina y la Paz, y en las purificaciones de mi alma, rogando a Dios me permita verle subir las escalinatas e investido como Juez de la Suprema Corte de Justicia de Nuestra República Dominicana.

La Patria Dominicana tiene paz y necesita mantenerla como fundamento sociológico y moral, ya que la paz “es una victoria virtual, muda, continua, de las fuerzas posibles por encima de las codicias probables”.

Amado Nervo dijo: “Hay algo tan necesario como el pan de cada día, es la paz de cada día, sin la cual el mismo pan es amargo”. Danos, señor, la paz de cada día, deberíamos añadir al padre nuestro.

Las instituciones arriba mencionadas son expresiones vivas del auténtico clubismo nacional, y el deporte, que desde hace largos años vienen contribuyendo al desarrollo y la expresión de sus normas, con una serie de actividades y acciones diversas implementadas por sus ejecutivos, el personal correspondiente, arraigando la conciencia y la mente de la juventud, adolescentes y ciudadanos diversos.

El Nacional

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