Opinión

La promesa y la figura

La promesa y la figura

El pasado fin de semana, Margarita Cedeño prometió impulsar la creación de centros de capacitación laboral. Es un discurso de campaña montado sobre la promesa de Danilo Medina de asignar al sector educativo una suma equivalente al  4% del Producto Interno Bruto. Se busca enviar al pasado los pronunciamientos de la propia Margarita Cedeño contra las actividades en demanda de que sea cumplida la Ley General de Educación.

    En octubre pasado, Margarita Cedeño expresó que, en lugar de más dinero, hay que solicitar acompañamiento y evaluación para el personal docente. ¡Como si supervisión y evaluación estuvieran divorciadas de  asignación presupuestaria!

Cabe preguntar: ¿Fue en el recorrido de campaña que Margarita Cedeño descubrió que en Cristo Rey y otros sectores hace falta uno que otro centro de capacitación laboral? ¿No  había llegado hasta esa oficina millonaria llamada Despacho de la Primera Dama el reporte de esa necesidad?

 La promesa de abrir estos centros es tan vieja como el infame ejercicio de la politiquería. Durante la dictadura de Trujillo, se utilizó la figura de María Martínez para abrir en ciertos sectores centros de costura, bordado y otros quehaceres.

  Hoy,  en campaña para llegar a la Vicepresidencia y  garantizar que Danilo Medina cumpla los compromisos asumidos para obtener el apoyo del presidente Leonel Fernández, Margarita Cedeño destaca que el objetivo será ofrecer formación orientada al mercado laboral y al emprendedurismo en áreas como contabilidad, carpintería, ebanistería, panadería, hostelería, turismo, construcción, mecánica, serigrafía, herrería,  dibujo y pintura, atención al cliente…

  La verbosidad no logra ocultar la concepción clasista de una mujer que ostenta un anacrónico título,  realiza compras millonarias en tiendas europeas y es incluida en una boleta por ser socia y esposa de un presidente que, recogiendo la herencia de Joaquín Balaguer, manipula las instituciones y acumula poder personal.

Promete escuelas laborales sin entrar en detalles, porque espera contar con la maquinaria oficialista de propaganda.

 Aunque sus asesores de campaña no le han cambiado el nombre (como sí se ha hecho con Hipólito Mejía), ella sonríe ante la consigna “Llegó Mamá”. Y, en materia de educación, si Hipólito, quien rebajó la asignación presupuestaria a Educación en el año 2001, es Papá, ella, quien se opone a la lucha por mayor asignación presupuestaria, es Mamá. ¿Les llamamos padres de la miseria?

En el lluvioso fin de semana, ella dijo que “la lluvia no daña mi fiesta”. Y es que la fiesta de los beneficios del poder la daña solo la fuerza de los pueblos… Que habrá de hacerse sentir aunque los poderosos hagan promesas y  se cobijen en nombres simpáticos como “papᔠo “mamá”…

El Nacional

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