Opinión

La reelección en marcha

La reelección en marcha

Las consignas por la reelección presidencial siguen en sus buenas y quienes las promueven creen que con eso se resuelve todo. Los reeleccionistas piensan que el presidente Danilo Medina debe impulsar una modificación constitucional “para que complete su obra de gobierno”, cuando en realidad son ellos los que desean continuar “chupando la teta” gubernamental. Solo que olvidan que el Congreso está fuera de su control, por lo menos por ahora.

En más de una oportunidad hemos demostrado, con fundamentos históricos, que la reelección ha sido siempre perniciosa para el país. Casi todos los dictadores del pasado y sus imitadores con aires democráticos han tratado de aferrarse al Poder mediante la reelección, causando enorme daño al país y a una democracia que tanta sangre ha costado lograr.

La reelección es mala porque casi siempre quienes la promueven, especialmente si son funcionarios que también quieren ser reelectos, usan los recursos del Estado con el fin de alcanzar sus fines. Pero además usan métodos coercitivos, obligando a los empleados públicos a sumarse al coro.

La reelección también crea en los gobernantes un creciente amor por el Poder, que a la larga es peligroso porque los incita a cometer más de un desafuero contra las libertades públicas y la unidad de las organizaciones políticas, a las cuales tratan de menguar, debilitándolas de tal modo que se vuelven entelequias.

En más de una oportunidad se ha demostrado que esa es una situación muy peligrosa, pues ha obligado al pueblo a aliarse con los fusiles para reivindicar sus derechos, como ocurrió en 1965 cuando todo indicaba que el Triunvirato ilegal que gobernaba quería mantenerse en el Poder, por medio de unas “elecciones” que todo el mundo sabía serían fraudulentas.

En más de una ocasión hemos planteado que ante la posible inminencia de la reelección, se modifique la Constitución para ampliar de cuatro a seis años el período presidencial, a fin de que el Gobierno pudiera terminar su Programa, sin reelección para siempre jamás.

Esto complacería a los reeleccionistas, aunque sea parcialmente; permitirían menos presión a quien ejerce el Poder y sería un respiro para que la oposición se organice y se mantenga así el necesario equilibrio democrático.

Tenemos que observar, sin embargo, que estamos en una campaña electoral a destiempo, que comenzó hace mucho, con una distracción de recursos, esfuerzos y propaganda que lo único que han hecho es distraer al país de sus verdaderos problemas.

Esto es independientemente que causa rubor que funcionarios que aspiran a cargos electivos tengan la poca vergüenza de no haber renunciado, para así seguir usando los dineros del pueblo.

El Nacional

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