Opinión

La reforma agraria

La reforma agraria

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La tierra nos lo da todo. Fuera de estos 48,442 kilómetros cuadrados, apenas tenemos clientes y amigos para comprar y vender. Producir y exportar, no andar paseando y cogiendo préstamos, es lo que sacará a nuestra economía del hoyo. Así como han surgido, China, Turquía y Brasil. Aprovechando sus recursos naturales, transformando su materia prima y vendiéndola en todo el mundo.

La reforma agraria, motor de la pequeña empresa, es uno de los instrumentos de desarrollo  para equilibrar nuestra balanza de pago. Con  la promulgación de la Ley 5879, del 27 de abril, de 1962, que crea el Instituto Agrario Dominicano (IAD), se inició en el país un proceso de reforma, alcanzando los niveles más altos en el gobierno de Joaquín Balaguer, período en que se promulgaron nuevas leyes agrarias. Modificó sensiblemente el régimen de propiedad y explotación de la tierra. Como proyecto político acusa tres variables básicas, a saber, sus alcances, la compensación y la organización. Afectó así el aparato político y la estructura productiva, estimulando el crecimiento conforme la eficacia de las medidas ejecutadas.

Transcurridos apenas dos meses de la muerte de Trujillo, es decir, el 8 de agosto de 1961, el entonces presidente Joaquín Balaguer dispuso la entrega de más de 1000 hectáreas entre campesinos sin tierra. Esta medida, entonces atípica y fuera de un plan estatal, obedece a la necesidad de cambios en medio de la ya favorable situación que representaba el libe manejo de la herencia de Trujillo, ahora como propiedad estatal. Sin embargo, los primeros pasos para la ejecución de una reforma agraria sistemática y organizada se dieron en el período comprendido entre 1962 y 1971.

El Nacional

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