Opinión

La Semana Santa

La Semana Santa

La Semana Santa o Mayor es tiempo de reflexión, paz, amor, oraciones, religiosidad, cánticos y ruegos  a Jesús. Hoy  hay muchas distorsiones a su esencia, dedicándose a la fiesta, francachela, y olvido de la realidad, en un mundo mercantil donde se pierden los valores.

Nacido en un pesebre en Belén, perseguido desde su niñez, recibe la trágica noticia junto a su madre María, de un decreto persecutorio dictado por el rey Herodes, quien ordena la ejecución y matanza en Egipto de todos los niños.

El niño Jesús, se va a los montes, laderas, ríos, desiertos, surcando su vida y sus pies al lado de playas y arenas, y allí transcurren los cuarenta días de infortunio, que son precisamente la época que precede a realizar milagros, curar enfermos, salvar vidas, viajar concientizando a su pueblo. Ese pueblo le clama, respalda y transita junto a él, y entonces se asoma a su arresto, prisión, entregado por Judas Iscariote, por 30 monedas, como había pronosticado el Mesías, y la negativa de Pedro, antes de cantar tres veces el gallo no reconocer al Redentor, y así fue.

Apresado Jesús, esposado, herido, torturado, golpeado, humillado, irrespetado en sus derechos humanos sin permitir que fuere defendido por un abogado o un miembro del jurado o del Sinaí a quien le correspondía anunciar su defensa y medios .¿Cuál es el más culpable, Judas Iscariote o Pedro? Atado, sangrando, abofeteado, con mísero vestuario, comparece antes sus detractores y enemigos jurados, declarándose inocente, enviado a otro tribunal por incompetencia, y allí flagelado, pero con la fe en su padre y en sí mismo, resiste con estoicismo todas las pruebas hasta ser llevado al calvario con una pesada cruz a cuestas, y era el momento en que muchos imploraban clemencia en el camino, y  ante la muchedumbre predispuesta le ayuda el cirineo a cargar la cruz, y allí al pie del calvario se encontraba María, familiares y amigos, creyentes y la Magdalena, a quien él le había perdonado con fe sus pecados.

Y se produce el deicidio,  que es la muerte del señor Jesucristo.

Aquí tenemos millones de fariseos. Cristo da otro ejemplo a los ingratos y señala todos los preceptos y normas trazados por el niño convertido en maestro, resucita a los tres días, después de encontrarse sepultado, y es algo que todavía los hombres y mujeres no han asimilado. Jesús al pedirle perdón a Magdalena, y antes  en presencia de acomodados de la época, en un grito de moral, verdad y gratitud, expresa: “Aquel de vosotros que está libre de pecados, que arroje la primera piedra”.  Hasta hoy, nadie ha podido lanzar.

Hoy, gran parte de esa humanidad está perdida ante el dinero, la mentira,  las falsas acusaciones y el estribillo salvaje del orgullo banal. ¡Cuántos hipócritas pretendiendo hacerse víctimas sin jamás serlo! A los 33 años, se consuma su muerte gloriosa, que es su resurrección de aquel niño peregrino, errante, centro sublime de los cinco continentes.

El Nacional

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