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La tos ferina no es cosa de niños

La tos ferina no es cosa de niños

MADRID. (elmundo.es). Tras 50 años de la inclusión de la vacuna de la tos ferina en los calendarios de vacunación, la incidencia de esta enfermedad ha descendido considerablemente. De hecho, la mayoría de las 300.000 muertes anuales se dan en países en desarrollo que no cuentan con un sistema de vacunación adecuado. Sin embargo, en los últimos años se están produciendo más casos en adolescentes y adultos en países desarrollados porque pierden su inmunidad que da la vacuna frente a la bacteria que causa esta infección. Un equipo de investigadores británicos detalla ahora en un estudio que aproximadamente una quinta parte de los adolescentes que van al médico en este país con tos persistente tiene esta enfermedad a pesar de haber recibido la vacuna en sus primeros años de vida. Y este problema no es sólo británico, en nuestro país también ocurre lo mismo.

La tos ferina era una de las enfermedades más comunes de la infancia en España y una de las causas más importantes de mortalidad hasta la introducción de la vacunación sistemática en 1965 frente a la Bordetella pertussis la bacteria que causa la infección. La vacuna se administra a los dos, cuatro, seis y 18 meses y, desde 2001, se administra una quinta dosis a los seis años. Gracias a esto, la incidencia de la enfermedad ha disminuido durante décadas, pero en los últimos años ha habido un repunte, multiplicándose por cinco el número de casos, pasando de menos de un caso por 100.000 personas en el año 2005 a seis casos por 100.000 en 2011. Por esto muchos pediatras y expertos en salud pública están advirtiendo que ahora hay que poner el foco en otras poblaciones, sin olvidar claro está la infancia. Porque la vacuna no genera una inmunidad permanente ni tampoco lo hace la enfermedad, la primera protege sólo de cuatro a 12 años y la segunda de siete a 15 o 20 años. Pasado ese tiempo, la persona puede volver a infectarse por la bacteria.

Algunos países, como Francia, Australia, Canadá, Alemania o Estados Unidos han introducido una dosis de recuerdo en la adolescencia basándose en estudios de coste eficacia y tras observar un incremento de los casos en adolescentes y adultos. Sin embargo, otros, como Reino Unido, no cuentan con este refuerzo. España es un caso similar al británico con la excepción de la Comunidad de Madrid y Melilla donde sí se pone una dosis extra a los adolescentes de 14 años.

“En la mayoría de países europeos estamos viendo un desplazamiento de la enfermedad, dándose un aumento de casos en la adolescencia y en la etapa adulta. Es algo uniforme en países con buenas tasas de vacunación. En aquellos en los que no se vacuna bien, sigue siendo un problema infantil”, explica Josep Marès, pediatra de Atención Primaria en el Institut Pediàtric Marès-Riera de Blanes (Girona) y ex coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría.

El problema de los bebés Uno de los problemas que se están derivando del mayor número de casos de tos ferina en adolescentes y adultos es que haya un mayor número de infecciones en recién nacidos. “Sobre todo estamos viendo más casos en niños menores de seis meses, y ahí sí que es un problema serio, algo que nos obliga a plantearnos una nueva estrategia que se sume a la vacunación del niño como se ha venido haciendo en los últimos 50 años”, asegura Marès.

Según los casos notificados a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave), el 89,6% de las infecciones en nuestro país corresponden a menores de 14 años, acumulándose en los menores de un año el 40%. Dos son los grupos de edad más afectados entre los niños, los menores de cinco meses, que todavía no recibieron la primovacunación completa y los niños menores de 10 años.

Ante el aumento de casos en grupos de población diferentes a los habituales hasta ahora, se están estudiando distintas estrategias. El Joint Committee on Vaccination and Inmunisation del Reino Unido [un comité de expertos en inmunización independiente] está revisando la necesidad de una dosis de refuerzo en la adolescencia y considera que se debe estimar la carga de enfermedad en este grupo de edad. Y eso es precisamente lo que ha intentado hacer un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford en un estudio cuyos datos publica la revista British Medical Journal.

El Nacional

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