Opinión

Laberinto de ilusiones

Laberinto de ilusiones

Existen seres humanos que nacen con una diadema radiante en su frente, y uno de ellos es el doctor Domingo Peña Nina, cultivador de la poesía, el cuento y el ensayo, tanto científico como literario. Domingo es un connotado hijo de San Cristóbal y de la patria, afamado ginecobstetra,  graduado con honores en la Universidad Nacional de México y licenciado en derecho de la Universidad de la Tercera Edad, con galardón Magna Cum laude, quien acaba de dar a la publicidad una injuriosa obra cuentística, intitulada “Laberinto de Ilusiones”.

Convertido en haz intelectual,  autor de obras de diferentes matices, se consagra como un erudito, prototipo de la palabra, con maestría en Derecho Procedimental Civil, realizada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y cuya profesión de jurista ejerce sin colidir con sus deberes de médico humanista de primera fila.

Domingo Peña Nina es una de las grandes reservas morales y del ingenio con que cuenta la República Dominicana. Ha sido ganador aquí y en el extranjero (Guatemala, por ejemplo), de diferentes premios  y distinciones, en honor a su trayectoria y a las obras como concursos literarios de cuentos, cuentista más destacado en 1995 por Codetel y el premio Arte y Cultura en San Cristóbal.

 La nueva impronta del doctor Peña Nina refleja su talento y creatividad asombrosa y fértil, bastando dar lectura al excelente y magnífico prólogo, cual cátedra viviente de luces y albores literarios, psicológico y filosófico del eminente y notable intelectual Odalís G. Pérez, quien explaya su estro  en forma magistral que deleita las introspecciones del alma, con sonrisas etéreas.

El culto Odalís, entre sus consideraciones trascendentales expresa: “La técnica narrativa utilizada en esta nueva colección de cuentos, recuerda los modelos procedimentales utilizados por Juan Bosch, Jorge Luis Borges y otros representantes del relato lationoamericano”.

Domingo Peña Nina explaya su lírica emocional cuentista en las ebulliciones del pensamiento, las hace suyas y transmite a los demás, como razones de un alma noble y sensible, coincidiendo con el gigante J.W. Vou Geothe, al decir que: “El talento se cultiva en la soledad, el carácter se forma en las tempestuosas oleadas del mundo”.

El autor de Laberinto de Ilusiones maneja aceptadamente la ciencia, que es la estética de la inteligencia. Leer la obra de este dramaturgo, invita al placer y anhelo de continuar escrutando hasta el final, analizando las variantes, temas todos interesantes y hasta emocionales como  Coronel Sonriente,  El plan de la Doña,  Es posible Otra Ilusión, Postulación Nocturna, Modernidad por una Dormida Breve, Después que se fue Norberto, Te adelantaste, A unas doctora, Amor de Niño, Doris, La Desconocida, Recuerdos Vivos y los bellos poemas, entre otros.

Domingo, te expreso que el ideal está en ti, en tu pensamiento, en tu corazón, en los deseos de nuestras vidas, que forman una cadena cuyos eslabones son de esperanza…

El Nacional

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