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CAMBIOS DE HUMOR

CAMBIOS DE HUMOR

Las variables   relaciones  humanas 

Cuando queremos significar que una persona manifiesta frecuentes cambios de humor en su trato, tendemos a calificarla de venática.

Todos hemos pasado por el mal momento de que al saludar a un amigo o amiga con quien coincidimos en algún lugar, recibimos una respuesta fría.

Esta puede consistir en un estiramiento de los labios cerrados, que denominamos “bembito”, un agrandamiento de los ojos, o una total ausencia de reacción.
En esos casos, y cuando relata el incidente, el afectado suele decir que fulano o fulana le hizo un hielo.

Si el saludo consistió en levantar las manos, y se hizo desde cierta distancia con la presencia de testigos, se puede apelar de inmediato al recurso de alisarse los cabellos para disminuir o evitar la vergüenza.

Lo injustificable de algunos de estos hielos es que se producen sin que haya mediado entre las dos personas ningún incidente o confrontación, y se debió a que el negador del saludo estaba de mal humor.

Muchas veces, si el afectado le pide en otra ocasión una explicación al autor de la descortesía, la respuesta de este consiste en acusarlo de chismoso, o de crear situaciones imaginarias.

En su obra Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo, el profesor Juan Bosch expresa que el chisme es una de las principales aficiones del dominicano.
Y afirma que relaciones familiares y viejas amistades se rompen por la invención chismosa de una persona malsana.

Es harto sabido que personas que ascienden en la escala económica y social, o son designados en un cargo público importante, se alejan y hasta les niegan el saludo a amigos y relacionados de su etapa de limitación de recursos.

Conozco uno de estos personajes, que le manifestó a un amigo común que no le interesaba relacionarse con personas que fueron testigos de sus años de pobreza.
Una expresión criolla que alude al engreimiento de aquellos que son nombrados en posiciones públicas de poder, dice que si quieres conocer quién es Mundito, dale un mandito.

Y para ser aún más explícitos, añaden que a muchos funcionarios, mientras ostentan el cargo, se les endurece el cocote, y se les dificulta voltearse para responder el saludo de los conocidos humildes.

Otra frase criolla, que adquiere dolorosa veracidad en la práctica, expresa que la novia del estudiante no se convierte en la esposa del profesional.

Conozco el caso de una joven que mantuvo durante seis años compromiso de noviazgo hogareño con un estudiante universitario, quien al obtener el título, y sin dar explicaciones a sus familiares, rompió la relación.

Uno de los hermanos de la muchacha, bajo los efectos de una borrachera, le asestó varias puñaladas al inconsecuente machista que lo pusieron al borde de la muerte.
Una amiga a quien le ocurrió lo mismo, poco después de la ruptura salía a divertirse con el ex prometido, por lo que sus familiares afirman que ella demostró con esa actitud que era más sinvergüenza que él.

Conocemos la vieja máxima que señala: si alguien engaña a otro, es un sinvergüenza, pero si lo engaña dos veces el sinvergüenza es el engañado.

Se es injusto a veces cuando se critica y se hace mofa de la esposa que, conociendo la infidelidad del marido, no se divorcia.

Pero echan de lado que quizás esta actitud se origina en la dependencia económica, sobre todo si ella proviene de hogar humilde, y el marido es hombre adinerado.
Una amiga que atraviesa por esta situación, dice que como se casó con separación de bienes con su consorte millonario, permanece con él porque valora todas las facetas del confort.

Por lo que se relata en este escrito, vemos que la economía es un factor importante en todas las relaciones humanas.

Pero no tiene carácter absoluto esta apariencia, porque existen casos de novios y prometidos que fueron esposos hasta fieles de la novia de sus años de estudiante, y de personas de rápido ascenso económico consecuentes con parientes, amigos y relacionados pobres.

Tal vez estas variantes del alma humana son las que determinan lo interesante de la existencia, en un mundo del cual, citando al talentoso humorista Felipe Polanco, ninguna persona ha salido viva.

Razón de sobra para no coger la vida demasiado en serio.

El Nacional

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