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Lo eterno en la poética de José Enrique Méndez

Lo eterno en la poética de José Enrique Méndez

Han Cambiado el rostro, la voz filosa, la equidad oscurece, de luto se confunde la libertad y la palabra, hay que vivir, hacer valer la dignidad perdida.

Así, como epílogo que desafía la palabra, irrumpe en sus últimos versos José Enrique-Ike-Méndez, dejando entre silencios una duda de un fin que no es todavía, aquí la imagen se basta a sí misma, el discurso poético gotea como gotas de agua que resbalan por las estalactitas de las cavernas.
Como dijera el metapoeta mayor, Jorge Piña, en este texto, que de forma magistral Ike Méndez intitulara Al Despertar, el autor “piensa y recrea, delira y sueña, pinta y cuenta”, y más que nada desanda por el poema con la destreza propia de un hábil trapecista que hace piruetas en la palabra.
Es claro, que este poemario es el resultado de una reflexión intimista, de un asedio interno y de una madurez alcanzada tras años de búsqueda de un aliento propio que revela a José Enrique como un exquisito poeta que aborda el lenguaje más allá de la vana palabrería y del metaforismo insulso del que sólo se hace uso para impresionar.
Aquí la construcción es precisa, punzante, y lo descubre como un ser que domina el asombro, que coloca cada verso en el lugar exacto donde provoca al lector en shock, postrado al yo más íntimo..Me interno al instinto de un quejido de rosa que me reta a sumergir, navego en sus oídos, a los que hablo y perforo con codicia, sentencia Ike Méndez, dejando un sabor agridulce que provoca los sentimientos más diversos.
Al Despertares más que un poemario, es un encuentro del escritor con el yo-hombre que subleva sus entrañas. Es esto más que un manojo de letras formando palabras, palabras que descontruyen versos. Aquí se nace y se vive en el filo de una mirada que se mira a sí misma.
De sus textos dice el doctor Sobiesky de León en el prologo del libro que: “Su poesía hace creíble nuestros sueños, y ahuyenta la angustia existencial a través de las palabras, buscadas y encontradas en el Olimpo de su armonía, haciéndola coincidir con el orden de nuestro universo, supo así conquistar las sanas ideas bajo el manto e hilo conductor de la pulcritud expresiva”.
Me conmueve la vida como memoria y placer en alegría, ruptura en pedazos escondidos en las fronteras difusas, en el límite de lo eterno. En estos versos se desnuda el Ike que canta a la propia poesía, surge de la nada el meta poeta que lleva dentro, el que se coloca de espalda al espejo que sucumbe ante otro espejo y presagia la vida y la muerte entre tormentas.
Sin dudas, que Al Despertar navega por los mares más profundos del ser que lleva en sus hombros José Enrique, el hombre de ciencia, el sembrador de sueños y esperanzas, el meta poeta. El cultivador de versos indigenistas, pero más que nada, el que descubre en la posverdad del poema, su aliento, la razón primigenia de su existencia, sus fantasmas, su miedo, su duda y su silencio.
El autor es periodista e ingeniero.

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