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Los Casabes El rostro de la miseria

Los Casabes El rostro de la miseria

Llama la atención el  número de personas que vive por debajo del umbral de pobreza en ese marginado sector de Villa Mella, a pesar de los planes sociales del Gobierno,  que allí nunca llegan

Aun cuando cada año se incrementa el número de personas que salen de la pobreza, según las estadísticas del Gobierno, en muchos de los barrios pobres del Gran Santo Domingo la miseria, el desempleo y el hambre aumentan cada día. En Los Casabes, de Villa Mella, en Santo Domingo Norte, la situación no es diferente.
Cierto que muchas cosas han cambiado en la localidad de Los Casabes: ya no se fabrica la famosa torta de yuca a la cual deben su nombre, y no hay caña que cortar; pero igual hay que levantarse temprano para trasladarse al lugar donde la gran mayoría de sus habitantes se ganan la vida mediante la recolección de productos para el reciclaje en el vertedero de Duquesa.
Desde primeras horas de la mañana decenas de hombres se diseminan a todo lo largo de la vía principal, para esperar un camión recolector de basura en el cual engancharse para llegar al depósito de desperdicios que hasta ahora es responsable del sustentos de sus familias.
“La gran mayoría de los hombres de aquí somos buzos (hombres que buscan en los basureros cualquier cosa que se pueda vender o reciclar), aunque no es un trabajo que haga sentir bien, es una forma de ganarse la vida sin pedir o robar”, dijo Juan Antonio, buzo quien vive en esta localidad por más de 15 años.
Los Casabes es un sector formado por casas, casuchas y barracones. Está dividido por una calle central, que es la única vía de acceso asfaltada al vertedero, que se ha convertido en el sustituto, como medio de sustentación, de la caña de azúcar que fue la razón que dio origen a este batey.
Esta empobrecida comunidad, con acceso limitado al agua potable, a letrinas, atención médica, y sin fuentes de ingreso fijo, encuentra su punto más paupérrimo en unas 50 familias con un aproximado de 160 personas que viven en dos barracones de 20 cuartos cada uno. Como es de esperarse entre este marco de vida duro y difícil, también hay ancianos y niños.
El constante ruido ensordecedor de los camiones compactadores y las grandes patanas cargadas de basura, así como el humo negro que expelen, la densa polvareda que producen y el dióxido de carbono que expulsan en toda el área, ligado al mal olor que sale del vertedero forman un cóctel de contaminación ambiental e insalubridad que afecta a los habitantes.
Cuando se pasa por algunas localidades rurales se puede ver de venta en sus calles productos agrícolas, cárnicos o comestibles propios de ese lugar; al entrar a Los Casabes se ve a todo lo largo de su vía principal grandes depósitos de plásticos, cartones, botellas, hierros, etc., que son comprados y vendidos en todo el lugar.
Hierro, plástico, cartón, cobre, cristal y cualquier cosa que se pueda vender o usar son los artículos buscado en el depósito de basura. Aunque pueda parecer extraño, lo cierto es que en Los Casabes se vive de la basura. Hombres mujeres y niños de una u otra forma deben sus “logros”, penurias y enfermedades al vertedero de Duquesa.

Los Casdabes. Entre la pobreza y la contaminacion. Jorge Gonzalez
Los niños
Quizás lo más preocupante es que una gran cantidad de niños, niñas y adolescentes que habitan en la localidad viven muy ajeno a este mal, que día a día les cobra con insalubridad y enfermedades que son representadas por problemas respiratorios, y afecciones en la piel.
A nadie le importa el olor putrefacto del ambiente, los enjambres de moscas, lo irregular de la tierra, las pequeñas nubes de humo que se forman por la quema de alambres para extraerle el cobre; igual la vida debe continuar.
En cualquier lugar no es extraño observar un gran número de niños que deambulan por todo lado buscando algo para entretenerse entre los montes y los laberintos de las casuchas de madera, cartón y cinc oxidado. Desnutridos, vestidos con harapos, descalzos, con hambre y sed, y falta de justicia social y divina; estos infantes parecen vivir en otro mundo.
Para ellos no hay vídeo juegos, ni casa de muñecas, tampoco campamento de verano y posiblemente no habrá escuela “el próximo año escolar”, pues muchos tienen problemas con sus actas de nacimiento, pero por ahora hay otras preocupaciones. Cada día, cada mes y cada año trae sus propios problemas.
Ver los grandes camiones cargados de basura ir y venir del vertedero ocupó parte de la atención de estos niños por un tiempo. Luego todo se convirtió en monótono y molestoso. Pues el ruido, el monóxido de carbono y la densa polvareda que originan son parte de sus problemas.
Muchos de estos niños y sus padres viven en dos barracones construidos en la era de la Industria Azucarera, que asemejan grandes nichos en un cementerio abandonado. En su interior comen, y duermen apiñados en colchonetas y en destartaladas camas. Otros viven en casuchas de maderas, cinc y hojalata.
“Yo tengo 25 años viviendo aquí. Vivo del buceo y de cualquier chiripa o limpieza que aparezca. Imagínese tengo ocho niños que hay que buscarles comida”, explico Glennys Cabrera de 32 años.
La gran mayoría de los hogares carecen de letrinas por lo cual casi todos hacen sus necesidades en pleno monte o en bolsas plásticas que luego son arrojadas en los alrededores.
Como en otros sectores capitalinos la escasez de agua y la falta de energía eléctrica son la regla. Los apagones son de más de 16 horas y el agua donde llega lo hace tres veces a la semana.
“Este es un sector olvidado por el gobierno y las autoridades municipales. Mire todos los problemas que han pasado con el vertedero de Duquesa, pero nadie habla de Los Casabes y todos los camiones que entran y salen cargados de desperdicios y con sus malos olores pasan por aquí”, deploró Esperanza Núñez, presidenta de la Junta de vecinos de la localidad.
Pero no todo es tan malo. Ahora tienen dos escuelas básicas con el mismo nombre “Los Casabes” y un centro de atención primaria, que aunque nunca tiene medicamentos, hace su trabajo. No tienen destacamento policial y piden a grito la construcción de uno.

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Pobreza en los barrios
En algunas localidades del Gran Santo Domingo, como La Zursa, La Ciénaga, Los Guandules, Gualey, Los Casabes, La otra Barquita, Brisas del Ozama, entre otras, República Dominicana tiene su propia África, donde muchas veces solo hay para una ración de alimento, en donde la insalubridad, el hacinamiento y la esperanza son parte de sus demonios y dioses.
En República Dominicana los organismos oficiales del gobierno deberían realizar algunos cambios en sus políticas sociales, pues de nada sirve un crecimiento económico, que solo se refleje en la clase poderosa, en la construcción de grandes obras de infraestructuras y en los beneficios de las grandes empresas.
Aquí se requiere algo más que crecimiento económico, se necesita la reducción rápida de la pobreza y la desigualdad social; pero con una combinación de crecimiento económico y políticas sociales que beneficien a los más necesitados.

El Nacional

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