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Los cuentos de Juan Carabú

Los cuentos de  Juan Carabú

Cuando se decide escribir una obra narrativa (novela, cuento, relato) generalmente se ha partido de un tema que llamó la atención y marcó el sentimiento del autor. De inmediato tenemos que pensar en los personajes que llevarán a cabo las acciones que se van a desarrollar para contar la historia.

En el caso de Miguel Solano, parece que este autor guarda los personajes en algún rincón de la conciencia para ir sacándolos en la medida en que los hechos se lo demanden, como hace un artesano que manufactura un objeto material y va empleando cada pieza en el momento preciso.

Los cuentos de Juan Carabú, obviamente que un libro de cuentos, son ejemplo de lo que acabo de expresar. Diecisiete textos componen el volumen y en cada uno de ellos aparece el personaje Juan Carabú, aunque varíe de roles y características de un relato a otro. Es generalmente quien relata los hechos.

Este personaje ha comenzado a formarse desde que el autor sintió el primer flechado para la concepción de este libro, pues aunque es generalizado que los cuentos que formarán un libro se conciban y sean paridos en momentos diferentes, en este se trata de un parto múltiple, porque el autor ha imaginado este conjunto de relatos para un libro específico en el que persistirá un personaje central.

Solano capta historias que pululan en el perímetro urbano (condominios, jardines, cuarteles, burdeles o calles) así como en el ámbito rural (bosques, bateyes, carreteras, caminos o pequeños pueblos).

Sus cuentos son realistas, pero en ellos tienen cabida hechos protagonizados por perros, y por igual otros realizados por elementos morales, entes abstractos, que actúan como personajes. Veamos este ejemplo:
“Erase una vez una gran Quisqueya donde vivían todos los sentimientos: la Alegría, la Tristeza, la Vanidad, la Sabiduría, el Amor y otros, hasta un Sueño Feliz habitaba allí como una primavera…”. (Pág. 40).

Me parece que Solano es un cuentista natural que cuenta historias a partir de lo ocurrido en su entorno y no muestra rubor para incluir a su propia gente en los relatos. A menudo él también aparece en sus cuentos, incluso con burlas de sí mismo, cual si fuese discípulo de su tocayo Cervantes.

El personaje Juan Carabú narra en primera persona y me luce que los lectores lo asociarán con Solano, pues a este autor le interesa poco, si es que acaso le interesa, que lo diferencien de sus personajes, sobre todo del principal.

Hay una historia, cruel y absurda, en la que tal vez no quiera Solano que lo identifiquen con Juan Carabú, esto por el papel que juega este en el cuento “La limpieza de la Isabela”. Solano se ha valido sabiamente de una anécdota ocurrida en la aldea de La Isabela, en el norte de nuestra isla, fundada por Cristóbal Colón el l0 de diciembre de 1493. Cuentan que una comisión enviada por el gobierno español vendría al país para visitar aquel sitio, y para tal efecto el dictador Rafael Trujillo ordenó acicalar el área. Una autoridad local se proveyó de equipos y herramientas, incluidos tractores, y destruyó todo lo que había en la que se pretendió fuera la primera ciudad del Nuevo Mundo.

En la visión del cuentista, esa autoridad la representó Juan Carabú, quien, de acuerdo a lo contado por Solano:
“Buscó los mejores tractores, los más poderosos buldóceres que pudo encontrar y los puso a trabajar día y noche, hasta que no quedó ni una sola piedra sobre otra. Cuando la Comisión llegó, Juan Carabú fue a recogerla y tal como era su desesperación la llevó directamente a ver La Isabela. Al desmontarse del vehículo, con un corazón que latía a más de cien veces por minuto, el arqueólogo jefe de la misión, le preguntó:
-¿Y dónde está la ciudad?
-¿Cuál ciudad? –preguntó Juan Carabú.

-La Isabela, la ciudad que estaba aquí, le aclaró el arqueólogo.

-La orden que me dio el Jefe fue muy clara: él me dijo que limpiara esto”. (pág. 60).

Fuera o no la intención de Solano, este pasaje es una elocuente figuración del pernicioso dominio del dictador sobre la conciencia de los dominicanos.

Paralelamente con todo esto, en el libro se ciernen los detalles de un erotismo, a veces crudo, a veces bien cocido y aderezado de poesía. Con este libro queda demostrado que Solano es un cuentista nato, que inventa los cuentos en cualquier circunstancia, o capta mitos y ocurrencias que le circundan para hacer con estos materiales piezas de literatura como son “Los cuentos de Juan Carabú”.

Son ficciones alimentadas por la tradición cultural y popular, aunque basadas en el modo universal de escribir cuentos, un género muy antiguo y que ha estado presente en todas las culturas.

No obstante la naturalidad y espontaneidad de sus historias, Solano conforma sus personajes de manera profesional, sacando de ellos el provecho que necesita para que el cuento resulte atractivo. Me corresponde la satisfacción de dar la bienvenida a esta nueva obra que, vislumbro, los lectores de cuentos sabrán agradecer.
El autor es escritor y periodista.

El Nacional

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