MADRID. Es esta una ciudad, casi un descansado suspiro urbano de arquitectura, estatuas, parques y paseos bien cuidados, en la que se siente viva una comunidad conectada con su ciudad. Madrid no compite con París en arquitectura , ni con Roma en Historia, pero tiene un aliento indefinible de amigabilidad atrayente y seductora, facilitado por el idioma común y compartido, adaptado a las nacionalidades colonizadas y que aún hoy viven el vínculo común, tanto como el del origen africano de que fuimos zona de transferencia esclava.
Los madrileños no tiran basura a las calles, el tránsito tiene reglas que hay que respetar y que se aplican a todo el violador de sus normas, sin importar el rango o la nobleza de los títulos y Carlos. Madrid es una ciudad de cultura abierta a todo: teatro,musicales, opera, danza, pintura (sobre todo por la trascendencia de sus museos), sus parques y paseos inmaculadamente limpios y respetados.
Madrid tiene un sabor urbano específico, único y tan lleno de vida. Es ciudad de monumentos y estatuas que se yerguen en las principales avenidas, ecuestres o no, desde su heroísmo real o sugerido. Desde sus puertas, como una De Alcalá, meca de fotos obligadas, ofrecidas como muestra de que aquí se ha estado, tal es la vanidad de cada quien.
Madrid alberga esperanzas y desigualdades: hay pedigüeños, sobre todo gitanos y refugiados, gente sin techo y sin trabajo producto de la crisis ya larga y dolorosa que arrastra.
Madrid es una ciudad que tiene metas claras y una lucha política enrevesada con un enfrentamiento ente lo nuevo y lo viejo. Una ciudad en la que se cometen crímenes del culebreo televisivo, en los que se trenzan como uniformes, ripios espinosos de la pasión, el filtro ácido del acoso entre mujeres y la mentira de sus testigos.
Madrid es una ciudad capaz de colocar en su ayuntamiento, un inmenso letrero que dice : “Bienvenidos refugiados” y que exhorta mediante letreros públicos a acudir
