Opinión

Mafias y Estado

Mafias  y Estado

La Corporación económica-política que domina el Estado y gran parte del sistema tradicional de partidos, ha devenido en suma de mafias articuladas – sicarios en interior- insertadas en sus instituciones civiles y militares.

Tales mafias tienen diversas especialidades. Igual varían sus historiales de fechorías, pero en común tienen que son consustanciales al clientelismo y al Estado concebido como patrimonio particular de funcionarios, plataforma de robos, tráficos ilegales, contrabando, saqueos, narco-negocios, paramilitarismo, asociaciones de malhechores e impunidad.

Ellas son funcionales a las reelecciones de partidos y candidatos/as, transfuguismos, sobornos políticos, compras políticas incluidas. Se nutren de desfalcos, contratos sobrevaluados, licitaciones amañadas, extorsiones, chantajes y tráficos ilegales de mercancías y seres humanos.

Cuentan con padrinazgos políticos, empresariales y militares, y disfrutan de sucias conexiones con áreas del oficialismo y la maltrecha oposición electoralista. Su inserción mayor es en la dictadura institucionalizada, centralmente tutelada por funcionarios al más alto nivel y miembros del Comité Político del PLD, en franco proceso de descomposición.

La podredumbre está estatalmente generalizada y desenfrenada, siempre en contubernio con el enriquecimiento ilícito privado. Un escándalo sucede al otro y a continuos robos les siguen horripilantes asesinatos acompañados de represiones a cargo de autoridades situadas, por la emergencia de Marcha Verde, ante el dilema de ser desplazadas o tiranizar su ya ilegítimo ejercicio de poder, ya en pro de lo imposible: dominar a más largo plazo.

El modelo mafioso impuesto en México – ideado por halcones estadounidenses delincuentes para cuando se desbordan las crisis en países recolonizados- está pintado en las ensangrentadas paredes del degradado sistema imperante.

Sin remontarme muy lejos… la mafia de OISOE fue develada por el suicidio de un ingeniero-contratista extorsionado. A Quirino -usado- le sigue Quirinito, “fugado” con protección gubernamental. A la mafia Tres Brazos, con Cancillería incluida, le sigue la del CEA y sus muertos. A los cadáveres de Quevedo le sigue el horripilante asesinato de Yuniol Ramírez, que retumba porque es mucho más sonoro.

Y no hablemos de Odebrech, Punta Catalina y sobrevaluaciones. De Tucanos, Barrick y Falcondo. Antena Latina y Puerto Caucedo, PN, DNCD y DNI. De los presidentes y sus alcancías. Todo esto da un Estado mafioso a desmantelar, meta imposible de alcanzar si los verdes se ensucian pactando con una oposición electoral de calaña parecida al oficialismo, o exhortando al presidente a “dar un viraje ético” desde toda esta corruptela .

El Nacional

La Voz de Todos