Opinión

Mártires del 9 de febrero

Mártires del 9 de febrero

Transitaba por la sede central de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, siendo interpelado por un grupo de estudiantes sobre el hecho histórico conocido como “la masacre del 9 de febrero”. Orienté y prometí esta entrega. 

La UASD, en su devenir histórico, ha obtenido sus principales conquistas a través de las luchas y el aporte de la sangre generosa del estudiantado de todos los niveles de la educación nacional.

Al ser ajusticiado el inculto dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, en 1961, el país inicia su primer ensayo democrático con las elecciones nacionales del 20 de diciembre de 1962, siendo elegido presidente de la República el profesor Juan Bosch, y el doctor Segundo A. Tamayo González, vicepresidente, con el 60 % de los votos emitidos.

Se efectúa la toma de posesión el 27 de febrero del 1963 para un período de 4 años, pero a los 7 meses, 25 de septiembre, un Golpe de Estado derrocó dicho régimen, siendo sustituido por el gobierno de Facto del Triunvirato presidido por el licenciado Emilio De los Santos, quien renuncia a los 2 meses. Entonces lo preside el doctor Donald Reid Cabral.

Derrocado el usurpador Gobierno de Facto el 24 de abril del 1965, se inicia una Gesta                                                               Patriótica con el Gobierno Constitucionalista encabezado por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó. Al finalizar dicho conflicto el 3 de septiembre del 1965, la UASD inicia una nueva etapa institucional con el Movimiento Renovador Universitario (MRU), incubado dentro del “Proyecto Educativo Nacional” del régimen constitucionalista, a través de los centros universitarios regionales.

El 9 de febrero del 1966, la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) organiza una marcha pacífica al Palacio Nacional con el estudiantado organizado de la Educación nacional universitaria, Media y Básica, para exigir la entrega a la universidad de la asignación mensual retenida desde septiembre de 1965, el reconocimiento oficial del MRU y de las autoridades universitarias y, por el cese de la ocupación militar del país, representada en la Fuerza Interamericana de Paz (FIP).

Sucedió que, mientras una comisión conformada por el líder estudiantil Amín Abel Hasbún (secretario general de la FED), Romeo  Llinás, Diómedes Mercedes, entre otros, buscaban la solución dentro del Palacio Nacional, fue ametrallada la multitud estudiantil frente a las verjas del límite sur (calles Moisés García y Doctor Báez), muriendo los estudiantes: bachiller Miguel Tolentino (estudiante de Química de la UASD); Altagracia Amelia Ricart Calventi (segundo año de Nivel Medio);  Luis Jiménez Mella y Antonio Santos Méndez (de la Básica). Varios estudiantes fueron heridos de gravedad.

Aquella masacre contra indefensos estudiantes produjo tal indignación colectiva, que provocó una huelga general en el país. Fueron paralizadas las actividades durante 7 días.

Desde aquel ingrato día, la comunidad nacional ha reconocido a dichos jóvenes como: “Los Mártires Estudiantiles del 9 de Febrero”.

El Nacional

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