Opinión

Medicamentos falsificados

Medicamentos falsificados

En un país donde se hace respetar la ley, la negligencia o la asociación en el contrabando, falsificación y otros engaños en el comercio de las medicinas conllevan renuncias y cancelaciones de funcionarios estatales, así como prisiones y penalidades económicas. En nuestro país se limita a un poco de escándalo.

Este problema, complejo más allá de lo generalmente presumible, data de varias décadas, que con los años se ha ido agravando en la medida el caos y la corrupción crece en la sociedad dominicana y se multiplican los agentes que se dedican a traficar con la salud de las personas. Culpa del modelo y sus auspiciadores.

La madeja que constituye el comercio ilícito de medicamentos es difícil de desenredar por la población y es ignorada en su justa medida hasta por profesionales de la salud e instituciones donde laboran, sin excluir la indiferencia de muchos frente a esta desgracia. (El asunto es mucho peor en los hospitales públicos).

Tenemos pacientes víctimas de crisis hipertensivas, tiroideas y epilépticas; de accidentes cerebro-vasculares, infarto al miocardio, edema agudo del pulmón o enfermedades mentales, endocrinas, neurológicas, renales… que se complican o que fallecen por culpa de esa mafia que actúa con toda impunidad. Muchos usan comprimidos, grageas, tabletas, cápsulas, gotas, jarabes, suspensiones, cremas, ungüentos y el contenido de frascos y ampollas de productos que sólo ofrecen el excipiente (sin la molécula que cura o mejora), provocando a veces una reacción placebo (aparente mejoría), que no actúan contra síntomas o enfermedades.

El problema incluye la falsificación de productos patentizados y el tráfico de porquerías con rótulos con garantías de ley, -y todo lo que “aguanta” el envase-, vendidos en farmacias y hasta en patios de vecinos. Algunos contienen las moléculas, pero las concentraciones están muy por debajo de lo que dice la presentación.

Venden los de “marcas” que están vencidos y la inscripción de caducidad la tapan con estampillas con fechas actualizadas o con el precio. También cortan esa parte con unas tijeras. Fabrican envases con nuevas referencias para presentar esos productos pasados de fecha, como hacen con los alimentos en ciertos supermercados.

En el mundo de los genéricos, han logrado colarse muchos que son peligrosos.

Existe un personal de farmacia no calificado que se da a la tarea de “inventar” con las indicaciones médicas, vende lo que les parece, ignorando las recetas o es sobornado por la misma mafia para cambiarle deliberadamente esas prescripciones al paciente.  

En este país no hay controles ni autoridad que actúe contra eso; compre en farmacias donde le ofrezcan alguna seguridad y revise con sumo cuidado el producto y compárelo con lo indicado en la receta médica. No acepte otro que “es lo mismo”, porque el bajo mundo le pone nombres muy parecidos a la porquería. Si tiene dudas, es mejor consultar a su médico.

El Nacional

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