Opinión

MI VOZ ESCRITA

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Hasta donde tengo conocimiento, el hombre, en su acepción genérica, es un ente conformado por dos componentes: uno psíquico o mental y otro orgánico o somático. El primero es el que determina que la persona humana sea el único ser con raciocinio del reino animal. De modo que cuidar la salud mental de la gente es un deber fundamental, aunque no esté contemplado en la Constitución.

Esto viene a cuento, a propósito de la sorpresiva e “hiperdiligente” actitud de la titular del Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor, Pro-Consumidor, precisamente, en la actual coyuntura de transición. No es posible entender, por qué ahora se llega al extremo de hasta embargar cuentas bancarias en axiomático abuso de Poder y en obvio afán de proyectar una supuesta eficiencia, por demás cuestionable.

Dudosa, por cuanto quien tiene la responsabilidad de  defender al consumidor, la licenciada Altagracia Paulino, no se abocó primero, en nombre de la transparencia, a determinar por qué el gas propano (CH3CH2CH3) se comercializa a razón de precio por galón en vez de precio por libra, como se expendía antes. Ella sabe muy bien que no es igual.

Asimismo, debe saber también que el GLP es el resultado de un proceso de refinación del petróleo en el que intervienen el butano (C4H10) y el propano, o la combinación de ambos. De modo que antes de embargar los depósitos bancarios de las envasadoras Rojo Gas, Galán Gas y Asogas, debió sopesar que los mismos se hicieron con el amparo de la ley universal que rige la oferta y la demanda.

Esa normativa, si Altagracia Paulino lo olvidó, por lapsus o conveniencia, es el principio fundamental del mercado plutocrático, establecido por Adam Smith, el auténtico padre del capitalismo, en su “Ensayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones”, no obstante, la adjetivación del papa Juan Pablo II. O, ¿es que acaso no existe la “Escuela de Chicago”?…

El Nacional

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